KABBALAH EL ZORZAL VIOLETA

EL ZORZAL VIOLETAMario SatzDe pequeño Fu Wen había oído contar la historia de El pájaro mudo en el árbol sonoro. Enamorado de los insectos, las flores y las aves, acuarelista de renombre, un día se propuso navegar hacia las islas de los bosques altos en donde vivía el zorzal violeta porque se decía que ésa era la criatura que al posarse hacía cantar a las ramas, silenciando todo lo que había alrededor, grillos, pasos o vientos. A medida que la nave se acercaba a destino, tras días de luces y sombras primaverales, crecía la ansiedad de Fu Wen. De dar con el árbol sonoro y su zorzal violeta, vería por fin cumplido su sueño de pintar el origen de la noche, nacida, según la citada historia, de un huevo puesto por el zorzal hembra en el Palacio de las Estrellas. La luna lo siguió por senderos de montañas, calas y puertos. El sol le quemó el rostro y los brazos desnudos cuando, sentado frente a un paisaje inédito, lo transformaba en imágenes indelebles sobre los minúsculos rollos de seda cruda que llevaba en su mochila. Ni por un instante, ni siquiera dormido Fu Wen dejó de pensar en el objetivo de su viaje. Se cruzó con pescadores, molineros, recolectores de miel; habló con marineros, cultivadores de arroz, soldados, arquitectos, botánicos y astrónomos, y todos le decían que el zorzal violeta no era mudo sino locuaz, como los miembros de su especie. Excepto una persona, un fabricante de palillos de bambú que vivía junto a un río, quien le dijo:-Jamás oí la historia de El pájaro mudo en el árbol sonoro, pero es cierto que cuando uno se posa en paz donde le corresponde la felicidad le quita la palabra, el oír verdadero acorta su visión y ahonda su mirada, e incluso con los párpados cerrados las pupilas captan lo que les corresponde.El alba sorprendía al pintor masticando dulces de jengibre; el mediodía echando un sueño y la tarde caminando. En más de una ocasión estuvo a punto de desfallecer, quiso abandonarlo todo y regresar al punto de partida, pero algo le decía que debía proseguir. Si acaso notaba que decaía, y que sus piernas flaqueaban, Fu Wen templaba su ánimo con la simple música de una flauta. En la transición entre la primavera y el verano las noches se tornaron frutales, deliciosas. El rocío de la mañana regalaba perlas de luz a las hojas. Una tarde, cansado, el viajero se apoyó contra una roca que emergía solitaria de un claro en el bosque. Poco después el zorzal violeta cortó, con su vuelo, la hora en dos, despidiendo a la ansiedad y recibiendo al entusiasmo. Fu Wen lo siguió, repitiéndose en voz baja pasajes del cuento que había escuchado de niño y cuyos personajes vivos estaba a punto de contemplar. Cinco, seis y hasta siete saltos dio el zorzal violeta buscando en el árbol escogido el sitio de su mudez, la rama de su silencio, y cuando lo hubo hallado cada cosa de su entorno comenzó a apagar su queja, diluir su canto o elevar su reclamo. Menos el árbol mismo, que crujió una breve dicha despierta.Y entonces nació la noche, disipando sus últimas nubes y asumiendo su oscuro rostro infinito. Cerca de allí, en otro árbol, la hembra del zorzal violeta protegía, inmóvil, el huevo que acababa de poner. El único que estaba en el Palacio de las Estrellas era Fu Wen. Tan evidente le pareció entonces el cuento oído en la infancia y comprendido en su madurez, que no pudo sino evocar lo que le había dicho el fabricante de palillos de bambú:En el ver real, incluso con los párpados cerrados las pupilas captan lo que les corresponde.Mario Satz: La parábola de los pájaros cantoreshttp://babaji.ning.com/CREEMOS SHALOM PARA TODOS
Enviadme un correo electrónico cuando las personas hayan dejado sus comentarios –

¡Tienes que ser miembro de E.A.C. para agregar comentarios!

Join E.A.C.

Temas del blog por etiquetas

  • Y (57)

Archivos mensuales


contador visitas gratis