Cae la noche en tu almohada,
penetran las nubes negras,
rompe el temblor de tu pecho.
Te duele hasta las entrañas
Nueve lunas que fueron
de tu siembra el caudal
y piensas, que ahora son
cosecha entre el barrizal.
Se ha bruñido la arcilla
que tus dedos amasaron
y se alza hermosa y fuerte
frente a tus ojos de madre.
Busca en otros parajes
la lluvia que le aplaque,
de este intenso galope
que le recorre la sangre.
De par en par, se le acorta
la distancia que tú piensas.
Solo que él tiene la sed
de las edades inciertas.
Nunca te ha pertenecido
aunque tú no lo creyeras.
Ha de volar por su impulso
y sujetar su destino.
Deja en su rostro, amor
que él siempre retendrá
y no te angusties mujer déjale, él sabrá volar.
Rocío J.B. (14.11.12)
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