Los padres, modelos de comportamiento.

“El maestro muestra lo que sabe y enseña lo que es”



Lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos es dedicarnos conscientemente a ser modelos de comportamiento para ellos. Si uno les enseña una manera y luego actúa de manera contraria a sus palabras,
pierde a sus hijos. Aparte de guiarlos con el ejemplo, no es mucho lo que podemos hacer por ellos excepto estar cerca para levantarlos cuando se caigan. No es demasiado pedir ¿verdad?


Hace varios años, justo antes de emprender un largo viaje para hacer promoción de uno de mis libros, había vivido la terrible agonía de ayudar a nuestro hijo menor a empacar sus cosas antes de ponerme afuera de la puerta principal, con su madre, y despedirlo cuando se fue en su automóvil a iniciar su propia vida en una residencia estudiantil de la Universidad Estatal de Arizona.


Después de que se marchó, recuerdo que caminé por el pasillo y me senté en su cuarto, a oscuras, orando porque Bette y yo hubiéramos proporcionado a Matt y a Dana, nuestro hijo mayor, la orientación que necesitarían para enfrentar las múltiples adversidades de la vida con que seguramente se toparían.


Mi viaje de promoción iba bien hasta una ocasión en que participé en un programa matutino de charlas de una radiodifusora de Los Ángeles. En este programa en vivo participaba también una novelista muy famosa cuyo nombre me reservo. De alguna manera, la conversación había derivado al tema de nuestras familias, y de nuestros hijos en particular.


Rápidamente, la novelista se apoderó del micrófono y comenzó una larga perorata desagradable en contra de sus dos hijos adolescentes. Admitió que no podía manejarlos, que con el padre no se podía contar porque nunca estaba en casa y que estos muchachos la estaban volviendo loca. Nunca llegaban a tiempo a comer, sus cuartos siempre eran un desorden y siempre ponían sus aparatos de sonido a un volumen tan alto, y en diferentes estaciones, por supuesto, que el ruido también la estaba volviendo loca.


Después de oír tal vez unas doce veces esa fea expresión de "volverse loca", mientras que esta célebre autora rebajaba a sus hijos ante un auditorio bastante grande, finalmente me exasperé y la interrumpí. No puede evitarlo - Sabe usted - le dije -, va a llegar el día en que esté usted caminando por el pasillo de su casa y pase dos cuartos muy vacíos y silenciosos... y entonces se preguntará "¿A dónde se fueron?" ¿Por qué no se va a su casa, en cuanto termine este programa, abraza a sus hijos y simplemente les dice que los ama?


Og. Mandino

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