Gimnasia cerebral

Los monjes tibetanos acostumbran rezar sus oraciones haciendo girar cilindros en los que éstas se encuentran inscritas. Girar enérgicamente los cilindros se presume que envía las oraciones al espacio divino. A veces, un monje puede mantener una docena o más cilindros girando simultáneamente, como en aquel acto de circo en el que se balancean platos en el extremo de largas cañas. El monje quizás esté pensando en el almuerzo, o en su futuro religioso o en cualquier cosa mientras pone a girar los cilindros. Pero cuando el monje asume el rol de "persona religiosa" y se muestra obvio ante sí mismo y ante los demás en ese rol, su cerebro pronto se concentra y sigue el curso de sus actos. No basta con tener la intención de orar, tiene que ponerse a girar las rueditas. Tiene que actuar. Tarde o temprano se envuelve emocional y sinceramente en lo que está haciendo. Así también, si queremos ser personas de ideas, tenemos que actuar como tales. No basta con la intención, también hay que hacer los movimientos, los gestos y las acciones de una persona creativa. Si queremos ser artistas, y realmente nos tomamos la molestia de agarrar un pincel y realizar las acciones de un artista, quizás lo logremos. No hay forma de saber hasta donde las intenciones y las acciones nos pueden llevar.
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