Científicos argentinos hallan un gen clave en el cáncer de mama

 

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Es el responsable de producir metástasis. Su estudio permitiría mejorar tratamientos.

 

Cada dos minutos se diagnostica un cáncer de mama en el mundo. En muchos de esos casos, las células malignas sólo están en las mamas. En otros, en cambio, pueden migrar, afectar a otras partes del cuerpo humano y comprometer la vida. Esto lo consiguen gracias a un llamativo mecanismo molecular que descubrieron ahora científicos argentinos y estadounidenses, y que podría servir como un blanco para desarrollar tanto un test de diagnóstico como una futura terapia.

El hallazgo se publica hoy en la revista especializada Molecular Cell, de Estados Unidos, y fue liderado por el científico argentino Marcelo Kazanietz, que investiga en la Universidad de Pensilvania y es profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires. Una de las integrantes del equipo, Soledad Sosa, ya recibió dos premios en congresos por su participación en el descubrimiento.

Todo empezó hace cinco años. “Estábamos interesados en descifrar los mecanismos por los cuales una célula de mama normal se transforma en cancerosa”, contó a Clarín Kazanietz, que contó con subsidios de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. y de la Fundación Susan Komen para la Cura para llevar adelante su estudio. Hasta entonces, se sabía que hay receptores situados en las membranas de las células malignas que se encuentran alterados. Esos receptores disparan señales hacia el interior de las células que se vuelven cancerosas, proliferan y empiezan a migrar hacia otros tejidos y órganos del cuerpo.

El desafío estaba en revelar los detalles del mecanismo que se gatillaba en el interior de las células malignas. Pasaron por varios experimentos que les permitieron desentrañar el mecanismo y, en particular, descubrir el “eslabón perdido” que lleva a que las células escapen de las mamas.

Se trata de un gen llamado P-Rex1, cuyo producto es activado por las señales de esos receptores que están en las membranas de las células y que ya se conocían. A su vez, el gen se pega a una proteína, y de esta manera la célula maligna adquiere la capacidad para moverse. “Identificamos el mecanismo que posibilita que las células migren hacia otros órganos y tejidos y produzcan metástasis, que pueden llevar a la muerte”, señaló el investigador, que estuvo acompañado por los argentinos Cinthia López-Haber, Andres Klein-Szanto y Silvio Gutkind, entre otros.

Los resultados podrían servir mucho. “Se podrían hacer test para detectar el gen P-Rex1 en los pacientes y decidir cuál es el tratamiento que más le conviene por su perfil”, estimó Kazanietz. Otra posibilidad: “El próximo paso es identificar drogas que puedan bloquear al gen para prevenir las metástasis. Por supuesto, este paso nos llevará años”.

Consultada por Clarín , Edith Kordon, investigadora en biología molecular del cáncer de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y del Conicet, opinó sobre el estudio, del que no participó: “Lo más interesante es que han encontrado un gen que es mediador de señales invasivas en células tumorales. Demostraron con muchos experimentos contundentes que se podría controlar la capacidad de hacer metástasis. Este resultado es importante porque el problema mayor a sortear en los tratamientos es que no se dañen también a las células sanas. Y este estudio señala un blanco para futuras terapias, que impedirían la invasividad a las células malignas”.

 

Para tener en cuenta

 

Una de cada ocho mujeres que alcance los 85 años desarrollará un cáncer de mama en el curso de su vida. En el mundo cada dos minutos se diagnostica un caso.

Especialistas recomiendan consultar al médico una o dos veces al año. Y hacerse mamografías anualmente partir de los 40 años, o antes si tiene antecedentes familiares.

Además, es conveniente examinarse las mamas una vez al mes. Si aún menstrúa debe hacerlo los primeros días luego de la menstruación. De lo contrario en cualquier momento. Si detecta alguna anomalía consulte a su médico.

Una dieta pobre en grasas, actividad física regular y poco alcohol ayudan a disminuir los riesgos.

PorValeria Román  

22/12/10

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