Solo el amor es real

Nos enseñan que el dinero, el poder, el prestigio y las posesiones materiales son de suma importancia y a veces incluso el motor de nuestras vidas.

Nos enseñan que para ser felices tenemos que lograr que los demás nos aprecien y nos respeten. Estar solo, nos dicen, es ser desgraciado.

En realidad somos seres inmortales que nunca se separan energéticamente de los que aman.

Tenemos almas gemelas y familias espirituales que son eternas.

Los espíritus guardianes nos guían y nos aman siempre. Nunca estamos solos.

Al morir no nos llevamos las ‘cosas’ que poseemos. Nos llevamos nuestros actos y nuestras obras, los frutos de la sabiduría de nuestro corazón.

Cuando despertamos a la idea de que todos somos seres espirituales, cambian nuestros valores.

Y por fin podemos ser felices y estar en paz.

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Todo es amor... todo es amor. Con el amor llega la comprensión. Con la comprensión llega la paciencia. Y entonces el tiempo se detiene. Y todo es ahora. Comprendí al instante la autenticidad de es­tos pensamientos. La realidad es el presente. Morar en el pasado o en el futuro es insano y do­loroso. La paciencia detiene el tiempo. El amor de Dios lo es todo. Enseguida caí en la cuenta de que estos pensa­mientos estaban dotados de un poder terapéutico. Empecé a comprender.

El amor es la respuesta primordial. No es una abstracción, sino una energía real, o una ga­ma de energías, que tú mismo puedes crear y conservar dentro de tu ser. Se trata simplemente de amar. Estás empezando a alcanzar a Dios dentro de ti. Siente el amor, y exprésalo.

El amor hace que el miedo se desvanezca. No puedes sentir ningún temor si sientes amor. Como todo es energía y el amor abarca todas las energías, todo es amor. Ésta es la clave de la na­turaleza de Dios.

Cuando amas y no tienes miedo, eres capaz de perdonar. Puedes perdonar a los demás y también perdonarte a ti mismo. Así empiezas a ver las cosas desde la perspectiva apropiada. El sentimiento de culpabilidad y la rabia son refle­jos del mismo temor. La culpa es una rabia sutil que diriges hacia dentro. Perdonando disuelves la culpa y la ira, que son sentimientos innecesa­rios, emociones nocivas. Perdona. Es un acto de amor.

El orgullo es un obstáculo para el perdón, una manifestación del ego, que es el yo falso y transitorio. Tú no eres tu cuerpo, ni tu cerebro, ni tu ego. Eres más poderoso que todos ellos. Necesitas que tu ego sobreviva en el mundo tri­dimensional, pero sólo la parte que procesa in­formación. El resto, el orgullo, la arrogancia, la desconfianza, el miedo, son sentimientos total­mente innecesarios. Estos aspectos del ego te ale­jan de la sabiduría, de la felicidad y de Dios. Has de trascender el ego y encontrar tu verdadero yo, que es permanente, la parte más profunda de ti, tu parte sabia, llena de amor, la que te propor­ciona confianza y te da felicidad.

El intelecto es importante en el mundo tridi­mensional, pero la intuición lo es aún más....

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