Psicología de la tentación y el autocontrol

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No es un secreto para nadie que comprometerse con cualquier situación, reto, relación o régimen (matrimonio, dejar de fumar, inicio de plan de ejercicio o dieta para perder peso entre otros) representará la aparición, en cualquier momento de esa dinámica, de fuertes deseos o anhelos para volver al patrón de conducta previo y abandonar esta estructura de compromiso de vida que hemos asumido.
Estos estímulos que aparecen casi inmediatamente iniciados los nuevos retos o durante los momentos más fuertes de los mismos se asumen como tentaciones, que en todas las dimensiones y en sus diversas intensidades representan una perturbación al equilibrio de la persona, sumándola en un espacio complejo de angustia, que de no saber controlarse puede generar sentimientos de culpa y vergüenza.
Frases comunes como: “Basta que tengas novia para que todas quieran contigo”, “justo cuando todo anda mal en mi relación aparece esta nueva persona”, “ahora todo se hace a la hora del gimnasio”, “cuando quiero dejar de fumar todos regalan cigarros”y “ todo el mundo cumpleaños cuando yo estoy a dieta”, son unas de las frases más comunes asociadas a la aparición de estos impulsos repentinos que nos invitan a abandonar nuestras elecciones de vida.
Entendido esto, ¿Cómo negociar la necesidad de buscar otras experiencias o de caer en viejos patrones sin poner en peligro el compromiso asumido?, ¿No sería genial tener el control sobre nuestros deseos e impulsos sin tener esa sensación de conflicto?. La clave del éxito en esta situaciones es entrenarnos en el manejo del autocontrol, y cuando hablo de entrenarnos, me refiero a no caer en el viejo truco del “el bajo ego”, impregnándonos de falsas afirmaciones positivas de logro que realmente son frases vacías que no nos impulsan a seguir.
Con esta premisa en mente te doy pequeñas claves para entrenarnos en el autocontrol de nuestros impulsos y conducirnos de manera positiva por el camino de la realización y del alcance de metas, de manera cada vez más clara y cónsona:
1.-En un primer instante, lo que te invito a hacer es a tratar de separarte físicamente de las tentaciones en los momentos en que estas aparezcan. A veces acercarnos a estás con la convicción de que saldremos ilesos resulta un acto fallido a nuestra integridad y resistencia emocional, puesto que no hemos reconocido de manera genuina nuestras debilidades. Por ende, aunque no lo creas, ponerte a prueba la mayoría de las veces no resulta, así que despídete de las cajas de cigarrillo, las cenas con amigos, la flojera, los postres de la tarde, o inclusive de esa persona que te resulta tan tentadora.
2.- Establécete un Pre-Compromiso, es decir, colócate fechas límite para el alcance de pequeños objetivos. En oportunidades, las metas difíciles o que ameritan muchas renuncias o sacrificios traen consigo situaciones altamente tentadoras, de allí que ponerte pequeños retos te hará impulsarte más ávidamente al percibir que los alcances a las metas están más cerca de lo que te imaginas De este modo, en lugar de: prohibirte fumar, inscribirte a dos horas de cárdio y una de pesas en el gimnasio, decir que bajarás 30 kilogramos en un mes o que nunca más serás infiel, te invito a plantearte metas iniciales más pequeñas como: bajar el número de cigarros al día, iniciar con rutinas sencillas en el gimnasio, proponerte una dieta que te ayude a disminuir 5 kilogramos en 15 o 20 días y pasar más tiempo con tu pareja sin estar conectado al teléfono o mirando la tele.
3.-Otro aspecto importante es auto imponte recompensas por los éxitos alcanzados, esto hará que la curva de la motivación se mantenga, en especial si el beneficio es a largo plazo. A veces, mantenemos guardada esa última caja de cigarrillos que compramos, nuestro pantalón favorito (con esos kilitos de más) y el número de ese viejo amor, todo esto en caso de que algo de nuestro plan de cambio falle. En lugar de ello, invierte en estímulos positivos asociados a esa nueva meta que adquiriste, ejemplo: cambia de guardarropas, prémiate con la compra de algo nuevo con el dinero ahorrado por no comprar cigarros, recompénsate con la adquisición de un par de artículos para el gimnasio, los cuales pueden motivarte a seguir y finalmente dedícate a buscar una actividad nueva y excitante para ti y tu pareja.
4.-Reconoce la falla, y plantéate metas de reajuste en caso de que sedas a la tentación. Es claro que cuando las compromisos son a largo plazo, la aparición de situaciones tentadoras será cada vez más frecuente, esta premisa incluye que se pudiese llegar a fallar cayendo en la tentación. Entendido esto, es importante que recuerdes que la clave no está detenerse ante la falla, sino avanzar pese a esta, garantizándote el logro de la meta planteada. Así que, si fumaste una vez más, te comiste un postre, faltaste un par de días al gimnasio o tuviste algún contacto afectivo o físico con otra persona, reconocer que se falló es el primer paso y el segundo es volver, lo más pronto posible, a lo planteado.
5.- El último eslabón te invita a definir una serie de afirmaciones positivas o autoafirmaciones que con el tiempo logren condicionar tu inconsciente, fortaleciendo el autoestima evitando la aparición de reacciones negativas automáticas. Bajo esta idea, queda claro que si uno siente que tiene esperanzas se moviliza a hacer que las cosas sucedan, intenta con todas sus fuerzas lograr los objetivos y lucha constantemente por mejorar. Todo esto, en contraposición con mensajes negativos asociados a la tentación, ejemplo de ello lo representan estas frases: “un cigarrillo más”, “un día que no asista al gimnasio no quiere decir”, “hoy como postre y mañana no ceno” u “ojos que no ven corazón que no siente”.
Dicho estos elementos querido lector y estimada lectora la invitación es a asumir nuevos retos con la convicción de alcanzar el éxito aunque las tentaciones aparezcan en el camino. Recuerda que nuestra voz interna nos puede ayudar a mantenernos focalizados en las metas, dirigiendo nuestra atención y desempeñando un rol esencial en la autorregulación del comportamiento, ya que representa una especie de retroalimentación constante en el control de lo que estamos haciendo o sintiendo.

Por Rosmary Sanchez

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