LA EDUCACIÓN DEL NIÑO
DESDE EL PUNTO DE VISTA
DE LA ANTROPOSOFÍA
La época actual pone en duda mucho de lo que hemos heredado de nuestros
antepasados. Por eso nos acosa con tantos "problemas de actualidad" y tantas
"exigencias". ¡Cuántas "cuestiones" pululan en el mundo de hoy!: la social, la
feminista, los problemas educativos y los escolares, los jurídicos, los que se
relacionan con la salubridad, etc. etc., y se emplean los más variados medios para
enfocarlos. Es inmenso el número de quienes salieron con esta o aquella fórmula
para "resolver" este o aquel problema o, al menos, para contribuir a su solución.
Para estas soluciones se recurre a toda clase de matices de las tendencias humanas:
al radicalismo, que adopta una actitud revolucionaria; a la tendencia moderada que,
respetando lo existente, quiere transformarlo en algo nuevo; y al conservadurismo
que, al punto, sale de sus casillas si se tocan en lo más mínimo las antiguas
instituciones y las tradiciones consagradas; dentro de estas tendencias principales,
existe toda la gama de estados intermedios.
El que es capaz de ahondar en la realidad, no puede, ante todos esos fenómenos,
resistirse a la impresión de que, a menudo, son inadecuados los medios con los que
nuestro tiempo hace frente a las demandas que se le plantean al hombre; y es que la
mayoría trata de introducir reformas, sin preocuparse previamente de conocer los
verdaderos fundamentos de la vida a que afectan. Para hacer sugerencias sobre
cómo proceder en el futuro, no basta con detenerse en la superficie de la vida; hay
que inquirir en sus honduras.
La vida entera es como una planta que contiene no sólo lo que ofrece al ojo,
sino, además, oculto en su entraña, su estado futuro. Quien la contempla, todavía
con hojas solamente, sabe muy bien que en su tronco cubierto de follaje, al cabo de
cierto tiempo, habrá flores y frutos: y es que ella posee potencialmente los
rudimentos de estas flores y de estos frutos. Mas, ¿cómo sería posible predecir el
aspecto de estos órganos futuros, de limitarse a investigar en la planta sólo lo que
ella exhibe para nuestros ojos en el momento en que la observamos?. Sólo podrá
hacerlo correctamente quien se haya detenido en su naturaleza esencial.
Del mismo modo, toda la vida humana encierra en potencia los rudimentos de
su futuro. Mas para hacer cualquier afirmación sobre él, es necesario penetrar en la
naturaleza oculta del hombre, a lo que nuestra época siente muy poca inclinación:
no traspasa los límites de la superficie, y cree que, si avanza hacia lo que se sustrae a
la observación exterior, se hundirá el suelo bajo sus pies. Sin duda, es mucho más
fácil el asunto con la planta: el hombre sabe que sus congéneres ya dieron fruto
definido infinidad de veces. En cambio, cada vida humana constituye una situación
única, y las flores que de ella se esperan en el futuro, no han existido anteriormente;
no obstante, existen como rudimentos en el hombre, del mismo modo que preexisten
ya las flores en una planta que ahora sólo tiene hojas, y hay la posibilidad de
enunciar algo respecto a ese futuro, si vamos más allá de la superficie y nos
introducimos en la naturaleza humana hasta su esencia misma. Las diversas ideas
reformadoras de nuestra época sólo podrán resultar fecundas y prácticas, si se
basan en esa profunda investigación de la vida humana.
A la Antroposofía, como ciencia espiritual y a tono con sus tendencias
fundamentales, le incumbe la tarea de ofrecer una concepción práctica del mundo
que abarque la naturaleza esencial del ser humano. No importa si lo que hoy en día
se llama a menudo "ciencia espiritual", tenga o no derecho a formular tal pretensión,
lo que aquí nos interesa es la auténtica esencia de la ciencia espiritual, así como lo
que ella puede ser de acuerdo con esta esencia. La Antroposofía no debe ser una
teoría gris que halague al mero afán de conocimiento, ni tampoco un medio para que
unas cuantas personas, en pos de ese conocimiento, por razones egoístas, alcancen
un grado más alto de desarrollo: la Antroposofía puede ser la mejor colaboradora
para el auténtico enfoque de los problemas humanos actuales, así como para el
fomento de su bienestar (1).
Sin embargo, precisamente por adjudicarse esta misión, la Antroposofía debe
estar preparada para tropezar con toda clase de oposición y escepticismo; tanto los
radicales como los moderados y conservadores en todos los dominios de la vida la
acogerán con suspicacia, pues, en un principio, ella no podrá complacer a ningún
partido, ya que se hallan al margen de todo vaivén partidista las premisas
fundamentales que sustenta en arraigo único y exclusivo del verdadero
conocimiento de la vida. Quien tenga atenta su mirada en ésta, se moverá
plenamente en armonía con esa vida misma, y no formulará programas arbitrarios,
sabiendo que las leyes básicas del vivir humano serán en el futuro las mismas que
presiden nuestro presente: de ahí que la investigación espiritual respete
necesariamente lo existente; pues sin desconocer su natural mejoramiento no dejará
de ubicar en la actualidad los gérmenes del futuro. Atenta a que en todo devenir hay
crecimiento y desarrollo, percibe en lo presente los gérmenes de una transformación,
de un crecimiento, y no inventa programas, sino que los "lee" en una página viva, y
lo leído se convierte, en cierto modo, en el plan que lleva implícito la característica
del desarrollo. Por esta razón, la profunda exploración antroposófica habrá de
suministrar los medios más fecundos y más prácticos para la solución de las
cuestiones vitales más importantes de la actualidad.
...............continuará.
Título original: Die Erziehung des Kindes vom Gesichtspunkte
der Geistes-wissenschaft/ Die Methodik des
Lehrens und die Lebensbedingungen des
Erziehens
Traducido del alemán por Juan Berlín.

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