OMAR RAYO, MAESTRO COLOMBIANO

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Omar Rayo
In memorian

Maestro colombiano. El lunes pasado, falleció uno d

e los más grandes artistas de América Latina, Omar Rayo, creador de una obra geométrica fascinante

Escrito por: MARIANNE DE TOLENTINO

Fue en su museo donde lo velaron. Fue en su museo donde lo sepultaron. A ese Museo Omar Rayo, que volvió célebre la pequeña ciudad caucana de Roldanillo y se consideró un reto desde que el artista lo fundó en el 1981, peregrinarán quienes lo recuerdan y los que quieren ver 2000 obras de un creador perenne. “Sus obras desafían el tiempo y la muerte” expresó Miguel González.

Para nosotros Omar Rayo significa el primer contacto con el arte colombiano –aun antes de abordar la crítica- en los años 70 , visitando su exposición conjunta con Beatriz González en Buenos Aires, una revelación que marca la memoria visual. Luego, otro momento imborrable fue la inauguración del Museo Omar Rayo, donde dejamos dibujos de artistas dominicanos. Luego, asistimos a grandes colectivas en las que el maestro siempre estuvo presente, atento y cortés.

En la Galería de Arte Moderno. Santo Domingo tuvo la oportunidad de descubrir a Omar Rayo en ocasion de extraordinarias muestras itinerantes: los grabados del Museo de Arte Moderno de Nueva York y una selección de la Bienal del Grabado de Puerto Rico. Allí se presentaron los intaglios, maravillas gráficas de diseño y relieve, de luminosidad absoluta –blanco sobre blanco-, a lo más una manchita dramática de rojo… Pero el público dominicano tuvo la oportunidad de conocer al maestro de la geometría sensible, en persona, cuando él abrió una contundente exposición individual de pinturas en acrílico sobre tela, en la entonces Galería de Arte Moderno.

No solo significó una fraternización inmediata con el autor, sino que el evento tuvo la dimensión de un acontecimiento, por la riqueza infinita de sucesivas propuestas sobre forma y espacio, totalmente ajenas a lo usualmente frío y repetitivo de la geometría . Bien expresó su esposa, la poeta Agueda Pizarro, hoy sumida en el dolor, que “El impacto de su geometría no reside unicamente en el dominio de volúmenes y del claroscuro, sino también en un sistema complejo de asociaciones que enriquecen la percepción de la obra por el espectador.” Un espectador necesaria y gustosamente participante.

Combinación desafiante y curiosamente orgánica, ilusionista y onírica, era y ha seguido siendo aquel desarrollo mágico de luz y sombra, de nudos y de cintas que así calificaba el propio artista: “Mi pintura está basada en la cinta doblada que es un objeto. La cinta es un medio geométrico dúctil, moldeable. Juego con ella para encontrar nuevas formas que surgen la una de la otra de una manera natural e inevitable. La continuidad de ella es la continuidad de mi vida.”

Otra exposición en Santo Domingo. Dos años después, en el 1990, volvieron Omar Rayo y Agueda Pizarro. Esa vez, fue con motivo de una magna exposición de grabados en Casa de Bastidas, con la colaboración de La Galería ( de Mari-Loly Severino), asociada siempre a los proyectos del maestro. Los mágníficos intaglios, de técnica exigente exaltaban el caudal del blanco y el papel inmaculado. Se situaban mayormente en la abstracción, aunque cada vez más la figuración ha hecho su aparición, entre lo realista, lo fantástico y lo humorístico, hasta con una pizca de crueldad – como las tijeras quirurgicas y la gota de sangre-.

Obviamente, en esa imaginación aplicada a procesos implacablemente estrictos, hay también un ingrediente de goce y juego –así la transposición turbulente de tubos se llama “Tubulencia” o “Tubolencia”-. Y no falta la poesía, incluyendo esos títulos, y citaremos nuevamente a Agueda: “Yo no era la única poeta de la familia: él tenía el sentido de la metáfora y de la poesía.” Es indudable que cada obra de Omar Rayo, sin anecdotismo, plantea un poema, una historia, una vivencia, que, a partir de la lectura por cada espectador, se convierte en suya.

Omar Rayo es indudablemente un creador a la vez moderno y contemporáneo… porque su obra tan definida estaba contínuamente en revisión y procesamiento. Ahora bien, estimamos importante recordar que él se fundamentaba en su cultura milenaria: “Una esencia y una esencia precolombinas se manifiestan en mi obra. Con ellas exploro y ordeno mi obra.” Aquí pues se observan la geometría y la abstracción tan frecuentes en los testimonios y tesoros artísticos de los pueblos andinos, una herencia, un legado cultural mantenido.

Ojalá nos animemos en Santo Domingo a organizar una discusión compartida en torno a pintura, escultura y grabado de Omar Rayo. Como homenaje acongojado a un artista ejemplar y una estética insuperable, recordaremos la frase de John Ruskin: “Arte bello es aquel en que la mano, la cabeza y el corazón caminan juntos.”

En breve...

Omar Rayo nació en Roldanillo, en 1928. Presentó su primera individual a los 18 años en Cali, muy joven viajó y expuso extensamente por América Latina. Ha presentado en el mundo entero, en los más prestigiosos museos y galerías, más de 200 exposiciones. Le sobreviven su esposa Agueda, su hija Sara, su nieto… y su Museo, guardián de su memoria.

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