Restablecer la relación con el ‘pequeño yo’ es la forma de sanar la autoestima.
Viaje al pasado para sanar el presente.
Por la Psicoterapeuta Marta Elena Osorio Tamayo
El secreto es retomar los recuerdos gratos del pasado, pero con la conciencia del adulto, que comprende, acepta y aporta las soluciones adecuadas. Claro esto recuperando esa parte del niño tierno, alegre y feliz.
Restablecer la relación con el ‘pequeño yo’ es la forma de sanar la autoestima.
Viaje al pasado para sanar el presente.
En cada persona existe un rincón oculto donde habitan las partes de sí mismo que quedaron inconclusas y que, después de muchos años, buscan completarse en el presente.
A dicho sitio, explica Hortensia Galvis en su pagina web Caminos al Ser, se le llama ‘el niño interior’, porque contiene todos los aspectos inmaduros de la personalidad de cada uno.
Ese ni�o interno con frecuencia pide: “Dame, dame, dame”, nunca este conforme, siempre quiere mas. Cada momento doloroso del pasado vive en ese espacio, esperando ser cambiado, y su inconformidad se proyecta al presente para pedir ayuda.
Según Louise L. Hay, una de las pioneras del movimiento de ‘Autoayuda’, el niño interior es “la parte vital del Yo que permanece sumergida y que conecta con la alegría y con la tristeza de nuestra infancia. Ese niño es el verdadero self (en otras palabras, ego) que vive en cada persona en el aquí y en el ahora y es fundamental para la autorrealizacion plena como adultos.
Para Hay y muchos terapeutas, casi todas nuestras creencias y patrones de comportamiento, tanto negativos como positivos, los aceptamos cuando teníamos entre 3 y 5 años. Desde entonces, nuestras experiencias se basan en que aceptamos como verdad desde esa época de nuestra vida.
De ahí que muchas personas que crecen en hogares disfuncionales, donde los criticaban constantemente, les exigían perfeccion, había escasez de amor y de cariño, continúen ellas mismas tratándose de esa manera en que los trataban, pormenorizando su autoestima y energía.
Si bien lo que nos hicieron en el pasado no lo podemos controlar, si podemos retomar nuestro poder aquí y ahora y dejar de tratar a nuestro niño como nos trataron a nosotros. Entonces no teníamos elección, ahora si. Es muy triste si continuamos criticándonos y maltratrandonos. Así no hay forma de crecer, de amar y de permitir que brille esa luz interior.
Hortensia Galvis, autora del portal Caminos al Ser, asegura que “volver a establecer una relación con nuestro niño desde el amor y la comprension es la mejor forma de sanar nuestra dañada autoestima”.
Dice ademas que es la única manera de realizar cambios positivos en nuestra vida, de establecer relaciones sanas, cuidar nuestro cuerpo, trabajar en algo que nos gusta, ser prósperos, amar incondicionalmente y llegar a sentirnos plenos y feliz.
Pretender controlar algún aspecto indeseable de nosotros mismos es tarea imposible si el inconsciente manda y nuestra vida se halla encadenada a reacciones instintivas. Pero si la conciencia hace la conexión, llevando luz hasta la raíz del problema, el niño interior desaparece y el adulto se hace cargo.
Y usted, ya hallo su niño interno?
Caretas psicológicas:
Miedos que habitan en el niño
En el niño interno habitan cuatro grandes familias de miedos, que en el transcurso de la vida hay que transformar, son: El miedo a perder, a enfrentar, a ser abandonado y a la muerte. En el miedo a perder, la inseguridad se pone una coraza defensiva para aparentar ser su opuesto. Se viste de orgullo, soberbia, impaciencia, agresión, ira, autoritarismo y fanatismo. El miedo a enfrentar, en el papel de victima, se disfraza de pudor, timidez, susceptibilidad, cobardía, indecisión y todas las facetas de auto destrucción e inferioridad.
El miedo a ser abandonado trae consigo los celos, la posesividad, la vanidad, la sobreprotecciòn, la baja autoestima y la necesidad de manipular. Y el miedo a la muerte porta caretas como: la desconfianza, la tacañeria, los apegos, las fobias, la rebeldía, y la histeria.
Cómo hallarlo
La conexión
El niño interior se puede contactar evocando una situación feliz de la infancia.
Si no aparece, invente uno, como le hubiera gustado que fuera.
A solas
Solo, sin interferencias, prenda un sahumerio o incienso y ponga mùsica suave. Póngase cómodo, respire hondo, relájese..
Disfrute de la sensación de ser niño de nuevo, de conectarse con su esencia, donde este lo que le gusta y sus dones y capacidades sin estrenar. Reviva su risa, su alegría, la inocencia. Goce ese alivio. Y regrese al presente sintiendo su cuerpo y su respiración.