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Biafra o la penuria hecha niñez

Biafra o la penuria hecha niñez

Por Dr. Alejandro Cruzado Balcázar

La imagen que conmovió al mundo

En el año 1993, una imagen del reportero sudafricano, Kevin Carter, fue publicada por primera vez en el New York Times y dio la vuelta al mundo: En ella aparecía un ave de rapiña al punto de atacar a una indefensa niña africana en un siniestro basural... solo esperando que muera para que ese tierno cuerpecito se convirtiera en su magra ración. Los buitres olfatean la agonía y la muerte inminente. Su reporte le valió por un lado, el premio Pulitzer, y por otro, las críticas destructivas, que llegaron a comparar al fotógrafo con el buitre; acusándolo de omisión a los deberes humanitarios, por abandono de personas en peligro. En el año 1994, a la edad de 33 años, Carter se suicidó. Dejó escrita una nota en la que dio su último testimonio: He llegado a un punto en que el sufrimiento de la vida anula la alegría… Estoy perseguido por recuerdos vívidos de asesinatos y cadáveres, de ira y dolor, de niños pasando hambre o heridos, de locos que disparan por diversión, muchas veces de policías, de verdugos… [Sic].

La imagen, que de suyo repugna a la conciencia humana, nos ha producido el mismo impacto de agresión emocional. Su contenido, pone en evidencia que casi todas las instituciones han llegado a tal descenso ético que las coloca en el nivel de incompetencia; no son capaces de desterrar la penuria como la que se aprecia gráficamente en Nigeria. Frente a esta sombría realidad, es el momento en que las propuestas, los planteamientos, las acciones, sean producto de la efectiva intervención de personas individuales, de nosotros los que sentimos; las personas de verdad, no las ficciones que hasta ahora representan la mayoría de las instituciones y sus aletargadas comisiones.

La postergación de Nigeria

Biafra, es el nombre que tomó la región sudoriental de Nigeria en 1967, al proclamar unilateralmente su independencia. Después de una sangrienta guerra civil desde 1966 hasta 1970, tras acusar a Nigeria de utilizar el hambre y el genocidio para ganar la guerra, fue derrotada y reincorporada a la República Federal de Nigeria. Es más, durante las dictaduras militares, en la década de 1990, y en los años 2003 y 2004, millares de personas fueron víctimas de homicidios masivos.

En el año 1931, Nigeria tenía un asentamiento demográfico de 20 millones de habitantes. Después de 30 años, se había duplicado; ahora, excede los 140 millones, cifra que coloca a Nigeria en el primer puesto de todo el continente africano, en cuanto a potencial demográfico, y en el décimo lugar en el mundo. La distribución poblacional es muy irregular, y registra un índice de crecimiento anual en torno al 3%, vale decir que el índice de natalidad es todavía muy elevado; si bien en los últimos años, tras la ayuda humanitaria de la ONU a través de la FAO, se advierte una inflexión paulatina en el índice de mortalidad, a pesar que la mayor parte de su población vive por debajo del nivel de pobreza: algunas comunidades tienen electricidad durante dos horas diarias, gracias a los generadores que ellas mismas han adquirido; y cuentan con un suministro de agua durante tres horas al día.

Las bases de su estructura social, descansan en las organizaciones tribales como los hausa, yoruba, fulbe, ibo y kanuri; y una gran parte de los nigerianos vive todavía en áreas rurales, con una economía agrícola de subsistencia que absorbe aún cerca de la mitad de la población activa [más del 70 %]; en tanto que, la población urbana es minoritaria, no obstante haber experimentado un aumento significativo si se compara con décadas anteriores.

Se estima que más de tres millones de personas murieron por hambre y enfermedades como consecuencia del conflicto separatista. Empero, las limitaciones que le dio su postergación, prevalecen hasta hoy. A pesar de que Nigeria ha desarrollado en los últimos años la explotación y exportación petrolera –es considerado actualmente el sexto explotador de petróleo del mundo- no ha podido desterrar el hambre, las epidemias y el analfabetismo; al punto que el nigeriano medio ha ensayado vivir del estraperlo a través de los servicios del Internet, ofreciendo a los cibernautas compartir elevadas sumas de divisas americanas, dinero que “mantiene escondido” y que no puede sacar de su país, por tener la condición de “perseguidos políticos”. Todos hemos recibido, en algún momento, el ofrecimiento del hambriento nigeriano de ser depositarios confidenciales de sumas millonarias de divisas. El fraude puesto al servicio de la satisfacción de sus primarias necesidades: Necessitas caret lege.

Respeto por el derecho a la Vida

No debemos convocar ayudas o soluciones paternalistas, llamadas también “humanitarias”. Es preciso diseñar un modelo de soluciones definitivas, permanentes y eficaces. No basta enviarles pan, sino sembrarles trigo. No basta dispensarles medicinas, sino alcanzarles la sanación a sus males e infortunios, para que sus ulteriores generaciones cuenten con condiciones de una existencia digna. Se trata, en definitiva, de contribuir a consolidar el ejercicio pleno del derecho fundamental a la vida y a los demás derechos inalienables, que son atribuciones connaturales e inmanentes a todo ser humano.

Ha llegado el momento de requerir a los “Gestores de Bienestar” de todo el mundo, a los hombres de buena voluntad de todas las razas, ideologías, credos y condiciones socioeconómicas del planeta, que se sientan -seria y responsablemente- en aptitud y capacidad de responder a esta convocatoria, que contribuyan con eficacia a desterrar la adversidad que viene minando los famélicos cuerpos de los nigerianos, que al nacer heredan el estrés y la frustración que produce el marasmo.

Nuestro planteamiento no constituye una entelequia. Es la propuesta para una acción pionera, de un real desafío para el mundo. Ya no de tareas institucionales, sino de una auténtica cruzada altruista de todo “gestor de bienestar” como persona humana. Se trata de un examen de capacidades. Por esta vez, por primera vez, seamos más osados, consecuentes y exigentes con nuestras capacidades. Asumamos establecer un precedente de creatividad, excelencia y óptima eficacia para que en cumplimiento del deber moral de solidaridad para con los “Niños de Biafra”, las personas de buena voluntad de todo el orbe, aporten propuestas, planteamientos, bienes, estrategias y mecanismos que contribuyan a erradicar el quebranto de una nación que tiene, desde siempre como constante, las enfermedades, el pauperismo y los trastornos sociales, que son los perfiles inequívocos de la miseria.

El criterio de los especialistas

El consenso internacional que podría parecer una ventaja, es sin embargo el mayor defecto. Porque si es respetada la organización asistencialista y filantrópica, dejando el trabajo de orientación y organización a los especialistas, cuando se trata de sociedades en crisis, ese mismo público que le otorga su atención, cree tener una idea cabal de la solución a través del trabajo social, y a veces alienta teorías y recetas para lograr revertir la extrema pobreza de los nigerianos con sus métodos propios.

En estas condiciones, es muy difícil llevar a efecto una positiva labor, por cuanto toda acción a favor de la sociedad nigeriana será objeto de duras críticas, porque sin lugar a dudas, nadie podrá satisfacer a tantos criterios anodinos. Si se lleva ayuda humanitaria, no faltarán quienes crean que se está poniendo en riesgo la soberanía del Estado nigeriano. Otros, lanzarán anatemas si la colaboración no llegó a manos de la damnificada Nigeria. Es más, si de otro lado se le proporciona todas las facilidades para una auténtica reversión de su extrema pobreza, no faltarán quienes crean que se está premiando a los sátrapas malhechores que por muchos años tienen sometida a una sociedad que agoniza lentamente.

Pero no todo queda allí. Las instituciones internacionales tampoco se definen y adoptan una línea coherente. El modo de ver y enfocar la adversidad de este Estado africano lo hacen a través de métodos, que ha visto nacer la historia. Hay, pues, muchos y muy variados criterios sobre un mismo problema que, dicho sea de paso, hasta ahora no han encontrado solución práctica a través de ninguna organización del mundo. Y no lo han hallado seguramente, por la especial circunstancia de que la tarea no fue encargada a un equipo de especialistas colegiados.

Qué hacer

Continuar trabajando para encontrar el camino. Replantear criterios, ensayar nuevos procedimientos. Desterrar desgastados moldes culturales, recetas divinas que pretendan solucionar el infortunio secular nigeriano. Probar ante el mundo que los “gestores de bienestar”, trabajando en profundidad, concediendo menos importancia a la crítica destructiva, podemos determinar con firmeza, un nuevo estado de cosas para Nigeria.

Resulta imprescindible contar con los especialistas más preparados en las Ciencias Sociales que puedan trabajar en equipo: antropólogos, sociólogos, médicos, asistentes sociales, nutricionistas, pedagogos, educadores familiares, y asesores en finanzas públicas, entre otros; dándoles todas las facilidades, prerrogativas y todo el aporte científico y técnico para el cumplimiento de su difícil tarea. Tener presente que, así como se gasta mucho dinero en armas y municiones para agredir y destruir a la humanidad, es necesario invertir mucho en salvar a la precaria sociedad nigeriana en vías de extinción.

Si todavía este camino resulta infructuoso, nos encontramos en el terreno de lo ideal. Seguir esforzándonos. Trabajar para que las futuras generaciones de nuestros hermanos de Nigeria tengan mejores condiciones de vida. De la sinceridad de esta actitud y de esta consagración dependerá, en gran parte, el resultado que se obtenga. Resultado que, sin embargo, será muy variado. No siempre se obtendrá el éxito esperado. La tarea de llevar justicia social, sin empleo de armas, a una sociedad en grave crisis es, precisamente, un ideal, porque no ofrece un porcentaje elevado de certeza e infalibilidad.

Dr. Alejandro Cruzado Balcázar

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