La niña estaba sentada en el parque.

La niña estaba sentada en el parque.

 

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La niña estaba sentada en el parque. Todo el mundo pasaba junto a ella y nadie se paraba a ver por qué  parecía tan triste

Vestida con un raído vestido rosa, con los pies descalzos y sucia, la niña simplemente estaba sentada mirando a la gente pasar

Nunca trataba de hablar. Mucha gente pasaba, pero nadie se paraba. Al día siguiente  decidí volver al parque con la curiosidad de ver si la niña seguía allí.

Sí, estaba, justo en el mismo sitio que el día anterior, y con la triste mirada en sus ojos. Me obligué a moverme y caminar hacia la pequeña.

 

Como sabemos un parque lleno de gente extraña no es un lugar adecuado para que una niña pequeña juegue sola.

Mientras me acercaba pude ver que la espalda del vestido de la niña estaba terriblemente deformado.

 

Me imaginé que esa era la razón por la que la gente tan solo pasaba junto a ella sin hacer ningún esfuerzo por ayudarla.

Las deformidades son una profunda desgracia para nuestra sociedad, el cielo te asista si das un paso para ayudar a alguien diferente.

Conforme me acercaba aún más, la niña bajo ligeramente sus ojos para rehuir mi mirada. Tenia una grotesca joroba.

 

 

Le sonreí para hacerle saber que todo estaba bien, que estaba allí para ayudar, para hablar. Me senté a su lado e inicié la conversación ¡Hola!.

La pequeña pareció sorprendida, y balbuceo un ¡hola!, después de mirarme ligeramente a los ojos. Sonreí y ella sonrió a su vez tímidamente. Hablamos hasta que cayó la oscuridad y el parque se quedó totalmente vacío.

 

 

Le pregunté por qué estaba tan triste. La niñita me miró y con cara triste repuso: “Porque soy diferente”: Inmediatamente dije: “¡Así es como eres!”, y sonreí.” Pequeña” dije:

“Me recuerdas a un ángel, dulce e inocente”. Me miró y sonrio. Se puso lentamente de pie y dijo:

”¿De veras?”.

”Sí, pareces un pequeño Ángel de la Guarda enviado para velar por toda esta gente que pasa por aquí”.

 

 

Movió la cabeza con un gesto de asentimiento y sonrió, mientras extendía sus alas y decía:

“ Lo soy. Soy tu ángel de la guarda”, guiñando un ojo.

Me quedé sin habla,

convencido de que estaba imaginando cosas.

 

 

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