DIÁLOGO FAMILIAR

Hace tiempo, me comentó una madre que estaba preocupada porque su hijo tenía sueños, muchos sueños y se levantaba cada mañana contando sus fantasias, y que su marido le dijo de llevarlo al psicólogo. Entonces, así hicieron. Durante el tiempo que el niño estaba iendo al psicólogo, comenzó a tener enuresis y problemas de conducta. Así que el psicólogo aconsejó que buscaran la ayuda de un psiquiatra infantil que le medicara correctamente para sus problemas.Ella estaba preocupada porque dice que realmente el niño no estaba mal, que tan solo tenía muchos sueños y pesadillas, pero que él no tenía mal comportamiento, solo que era inquieto. Me preguntó si su hijo tenía algo que ver con los niños índigo y si era así, si tenía solucion.Bueno, yo por supuesto fui muy cuidadosa, pues me di cuenta que el padre estaba muy conforme con la medicación, tristemente, pero había que respetar esa parte. Entonces, le hablé claro a la madre y que si ella quería que yo le ayudara, que tendría que decirselo a su marido. Aqui entrabamos en un grave problema, claro, pues contaba de primeras que él iba a oponerse.A los pocos dias, ella me invitó a ir a su casa, para que conociera al niño, pues el marido le había dicho que adelante, que mientras que yo no hiciera "cosas raras" ahajajajajjaja... que estaba conforme si iba a ser una ayuda. Por supuesto, y gracias a Dios, él no estaba en casa cuando llegué, así me quitó el problema de estar pendiente si me mira o espera que haga algun gesto o diga algunas palabras mágicas... ahajajjaja...El niño, efectivamente era un índigo, bastante inquieto y con muchas ganas de saber. El problema que tenía era que ya había entrado en una fase que se percibía una dominacion y manipulacion hacia los padres. Él se siente que sus padres han querido dominarle con medicación y forzandolo a algo que él en el fondo no quería.Le hablé telepáticamente y el niño no respondía. Tenía que determinar bien, por donde van sus cualidades, que a los 10 años ya se supone estaban ocultandose o reprimiendose. Le pregunté por sus sueños y los recordaba muy bien. A la madre le asombró que yo le hablara como a un adulto, explicandole cosas y hablandole con metáforas que él perfectamente comprendía.La madre, como no me vió muy dispuesta a dar consejos, fue directa y me preguntó:¿si tuvieras un hijo como el mio y con los mismos problemas que el mio, qué harías?... Me asombró bastante, pero le contesté muy claramente. Yo si tuviera un hijo como él, estaría orgullosísima (madre sorprendida), y desde que me hubiera empezado a hablar de sus sueños le habría escuchado cada uno de ellos, sin pensar en fantasías, y los hubieramos interpretado juntos para que él aprendiera a utilizarlos como una herramienta de crecimiento, madurez y para solucionar sus problemas (madre más sorprendida). Le habría pedido ayuda con algunosde mis problemas y habría compartido con él mis sueños y mis energías, cómo las siento y cómo las utilizo para mi bienestar y el de mi familia (mucho más sorprendida). Le explicaría las cosas como a mi me gustaría que mis padres me hubieran explicado, diciendole por qué sí o por qué no, y no porque sí o porque tu padre dice que no (madre callada dialogando internamente consigo misma). Y por supuesto, no lo habría llevado a un psicólogo y menos a un psiquiatra por ser inquieto y tener "sueños fantasiosos" que cuenta con afan.La madre me dió la razón, y le dijo que intentaría hablar más con él, crear un espacio de diálogo entre los tres para solucionar las cosas juntos, no solo los problemas del niño, sino tambien los de convivencia familiar, hasta las cosas más sencillas.A los pocos meses, la madre me llamó para decirme que el niño no tomaba medicación y ya no tenía enuresis desde hacía unos meses y que tenía mejor comportamiento, era mas responsable desde que dialogaban con él y no lo trataban como un niño pequeñito. Por supuesto, seguía siendo inquieto, pero es normal y comprobaban que realmente no era enfermizo. Que todos los dias había un sueño que contar y que hasta el niño decía qué podía significar. En esto tambien he tenido despues que ayudarles.El dialogar con los hijos tratando temas como adultos es muy importante. Yo recuerdo especialmente las reuniones familiares que teníamos todos los jueves. Mi padre nos convocaba a todos para hablar de cosas importantes, de la casa y de nosotros. Que si tareas de casa, descuidos, compras, cosas que hacían falta, que si uno iba mal en matemáticas y alguno de los mayores podía ayudar, alguna discusion de hermanos, algun triste o alguna alegría que celebrar, etc. Y eso es estupendo, lo que pasa que los padres de hoy no tienen paciencia para dedicar un tiempo a estas cosas y a otras, como cocinar con los hijos. O por ejemplo si duele la cabeza, proporcionar a tu hijo un buen masaje y que no piense tanto en medicación... Salir a hacer ejercicio con los hijos, o interesarte por sus actividades y por sus amigos, y también hablar los padres de sus actividades y de sus amigos a los hijos...Hacer lo que realmente nos hubiera gustado que nuestros padres hicieran con nosotros y no dar por hecho que los niños deben estar aislados de las cosas de mayores, porque así madurarán demasiado tarde y si tienen facultades especiales, las reprimirán porque no se sentiran comprendidos y querrán protegerlas.El problema si no se sabe tratar a un niño índigo, viene despues, cuando son adultos. Pero eso lo dejaré para la próxima que me encuentre inspirada.Un abrazote para todos.Marla Sánchez
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