Detrás de la autoestimulación

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En días pasados tuve la oportunidad de compartir con un grupo de caballeros (jóvenes y no tan jóvenes) algunas construcciones sobre la psicosexualidad, mi mayor sorpresa fue encontrarme justo en el medio de grandes dudas, un puñado de tabúes y un sinfín de ideas erradas sobre las prácticas relacionadas con este mundo del placer. Toda esta experiencia me lleva, una vez más, a confrontarme con la idea de que las falsas creencias, miedos irracionales y diversidad de mitos existirán única y exclusivamente para dificultar el acceso a la sexualidad plena. De este modo y como invitación personal, en esta columna, le quitaremos la máscara a una las prácticas sexuales que más controversia ha causado durante la historia del hombre: LA MASTURBACIÓN, así que querido lector y estimada lectora pongamos nuestros dedos en marcha y démonos el permiso de explorar el mágico mundo del autoerotismo y la autoestimulación.

1.- La pequeña historia de una práctica prohibida

La idea de pensar que la masturbación es “mala” o “dañina” no es nueva, el pasado del autoerotismo está ligado a una concepción condenada por los grandes poderes de la sociedad (jerarquías militares, de las ciencias, religiosas y sociales), siendo vista como una enfermedad peligrosa, epidémica y poco saludable, al punto de considerársele como una forma de ensuciarse y una práctica causante de diversos castigos que van desde la humillación pública, pasando por el ayuno de 7 días, hasta encierros en manicomios o castraciones terapéuticas como la clitoridectomía (Mutilación del clítoris). Todas estas creencias, estaban sujetas a la idea de pensar que la actividad sexual sólo podía perseguir un fin reproductivo y que el placer lujurioso arrastraba problemas físicos y/o mentales. Durante la primera y segunda mitad del siglo XIX la masturbación fue mezclada con grandes mitos que aún sobreviven en algunas personas hasta nuestros días. Y es que para la medicina y la psiquiatría de la época la masturbación era la consecuencia de una enfermedad de los vasos sanguíneos indicando tratamientos relacionados con la alimentación y definiendo criterios para reconocer al masturbador.

2.- La masturbación NO exclusiva

Diversos estudios nos han demostrado algo que el saber popular ya nos había hecho entender, los hombres se masturban con más frecuencia que las mujeres. La razón de ello, es principalmente el estigma social al cuál se ha sometido esta práctica, se cree que la masturbación femenina es un acto exclusivo de las mujeres “sin oficio” o de las pornostars. La realidad dista de este principio, la masturbación como acto de autoestimulación femenina es considerada como un elemento importante en el aprendizaje de las rutas al placer sexual, ya que se constituye como la forma quizá más sencilla de obtener un orgasmo, permitiéndole a la practicante explorar la manera en la que su cuerpo se mueve y disfruta. Es claro que la masturbación femenina puede ayudarse de artilugios mecánicos sustitutivos del pene o simplemente como gestores de placer (tal es el caso de las bolas chinas), pero si a la mujer le cuesta ir a un sex-shop, la simple utilización de los dedos en el clítoris podrá producirle a la usuaria el mismo placer. En oportunidades, la masturbación femenina es el camino a través del cual la mujer puede alcanzar orgasmos, por ende es la clave terapéutica para aquellas damas que sufren de anorgasmia.

Así mismo, la masturbación como acto de placer no tiene etiquetas de exclusividad, por ende, cualquier edad y en cualquier status relacional está concebido que sea normal la práctica del autoerotismo, de allí que creer que esta técnica es exclusiva de adolescentes u hombres sin vida sexual en pareja es simplemente tipificarla sin bases estadísticas reales.

3.- La sano del placer

No se necesita tener más de dos dedos de frente para confrontarnos con una gran realidad: el sexo en la soledad se siente bien, disipa el estrés y facilita el sueño. Sin embargo, conocido estos argumentos por todos los practicantes de la masturbación, aún subsisten grupos de personas que impulsan la teoría de que esta práctica autoerótica produce daños a la salud física y psicológica. Desde el planteamiento de que masturbarse produce acné, hasta la idea de que esta práctica es causal de locura, vemos como aún los discurso basados en teorías retrógradas sobre esta técnica de autoerotismo, en mayor o menor grado, van afectando la obtención de un alto nivel de inteligencia sexual (Ver esa columna). La realidad es que la masturbación es una práctica sexual sana, siempre y cuando consideremos algunos aspectos para nuestra protección personal:

-Siendo realizada frecuente y vigorosamente pudiese irritar la piel de los genitales, para ello se recomienda la utilización de lubricantes a fin de facilitar la fricción.

-Claro está que ninguna obsesión es positiva, por ende, el sabotear el acto sexual en pareja como consecuencia de una pérdida del interés en el mismo o una preferencia absoluta sobre las rutas del placer de la masturbación, puede significar una fractura en la relación y una complicación en las vías de obtención de placer en pareja. Así mismo, cuando la masturbación impide el normal desarrollo de la vida de un sujeto, esta pierde su valor como herramienta sexual de autoerotismo y se convierte en un fenómeno problema. Por ende, no existe una frecuencia “sana” para masturbarse, solo la idea de que esta no impida tu felicidad en todos los aspectos de tu vida, como consejo adicional, la práctica de esta técnica de auto-placer debe realizarse en forma tal que simule el acto sexual en pareja.

Bajo esta estructura queda claro que masturbarse únicamente cumple con el objetivo de autocomplacernos, dejando de lado esas falsas creencias, colindantes a lo ridículo, que se han tejido alrededor de esta práctica sexual, llegando al punto de considerarla como un acto a través del cual nos enfermaremos o volveremos locos, de hecho, para la psicóloga es propicio practicar esa actividad de autoerotismo por la mañana “antes de ir al trabajo o salir a hacer las rutinas de vida diaria”. Así que querido lector y estimada lectora le invito autoexplorarse a través de una de las prácticas sexuales más seguras, sensibilizándose sobre el desarrollo y disfrute de su vida en esta área y manifestando amor hacia su propio cuerpo.

Por Rosmary Sanchez

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