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Imaginen un país donde la felicidad de los pueblos es el principio rector de gobierno. Imaginen un pueblo que ve la vida como algo sagrado, una tierra con abundantes fuentes de energía, una nación comprometida con la preservación de la naturaleza y su cultura. Imagine un país donde el objetivo del gobierno es "Felicidad Nacional Bruta”. ¿Qué dónde está el Shangri-La, -dirán-? Se llama Buthan.

Este pequeño país de nombre Buthan, es casi enteramente montañoso, se extiende en la vertiente sur de la cordillera del Himalaya desde las máximas alturas en la frontera con China.

Es fundamentalmente abrupto, el clima en la zona sur es subtropical con grandes precipitaciones y muy probablemente debido a esa condición el 65% de la superficie del país esté cubierta de bosques.

Hace 35 años, en un aislado reino del Himalaya, un carismático rey decidió que era más importante la felicidad interior bruta que el producto interior bruto. Hoy, Bután es la democracia más joven del mundo y el exótico campo de pruebas de uno de los debates más interesantes del pensamiento económico global.

Jigme Singye Wangchuck, cuarto rey de Bután, cuya aura misteriosa y novelesca parece respirarse en cada uno de los hogares de este país del tamaño de Suiza, con apenas 700.000 habitantes, convirtió su país en una de las democracias más jóvenes del mundo.

Se trata de un país que, tras su independencia de la India, continuó con un tratado ya firmado con los ingleses que declaraba que la India se encargaría de sus relaciones exteriores, pero no intervendría en sus asuntos internos. Aunque históricamente el país se ha mantenido aislado y apenas ha mantenido lazos con el exterior. Esta actitud cambió a partir de los incidentes del Tíbet en 1959, hecho que provocó la llegada de refugiados tibetanos a Bután. A partir de ese momento, el país decidió que, como forma para poder mantener su independencia y soberanía, era preciso romper con su aislamiento.

El 2 de junio de 1974, en su discurso de coronación, Jigme Singye Wangchuck dijo: "La felicidad interior bruta es mucho más importante que el producto interior bruto". Tenía 18 años y se convertía, tras la repentina muerte de su padre, en el monarca más joven del mundo.

Lo habitual en la historia es que la democracia sea una conquista del pueblo, producto a menudo de sangrientas luchas y revoluciones. Pero en el caso de Bután la democracia llegó por el empeño del cuarto rey, en contra de la voluntad de la mayoría de sus súbditos.

No fue un mero eslogan. Desde aquel día, la filosofía de la felicidad interior bruta (FIB) ha guiado la política de Bután y su modelo de desarrollo. La idea es que el modo de medir el progreso no debe basarse estrictamente en el flujo de dinero. El verdadero desarrollo de una sociedad, defienden, tiene lugar cuando los avances en lo material y en lo espiritual se complementan y se refuerzan uno a otro. Cada paso de una sociedad debe valorarse en función no sólo de su rendimiento económico, sino de si conduce o no a la felicidad.

El lama reencarnado Mynak Trulku explica el primer factor: "La felicidad interior bruta se basa en dos principios budistas. Uno es que todas las criaturas vivas persiguen la felicidad. El budismo habla de una felicidad individual. En un plano nacional, corresponde al Gobierno crear un entorno que facilite a los ciudadanos individuales encontrar esa felicidad. El otro es el principio budista del camino intermedio". Este último concepto, el de tomar "el camino del medio" está muy arraigado en la opinión de bhutaneses del mundo, un mensaje simple: la felicidad está en el camino del medio. Ni excederse en los placeres del mundo, ni rechazar la bondad del mundo puede conducir a una sociedad próspera y pacífica. La felicidad sólo se encuentra tomando el camino del medio - la ruta de acceso que proporciona las necesidades de la humanidad, sin sacrificar la vida de la generación de diversidad de la naturaleza, y la FIB busca el camino intermedio".

El mismo Rey fue quien acuñó el eslogán Felicidad Interna Bruta, y constituyendo un intento de modernización sin perder las tradiciones, base de la identidad del pueblo butanés, y crecimiento de forma sostenible para el medio ambiente. Además, las fuertes raíces budistas del país añadían una novedad desde el punto de vista del desarrollo occidental, éste carecía de sentido si no aportaba una mejoría emocional y espiritual a los butaneses. Este término define el modelo de desarrollo del país y es el resultado de su conciencia cultural y social. Los principales valores de la cultura butanesa se pueden resumir en tres: felicidad, igualdad de género y preservación medioambiental.

El concepto butanés de la felicidad interior bruta se sostiene sobre cuatro pilares, que deben inspirar cada política del Gobierno. Los pilares son: 1. Un desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo. 2. La preservación y promoción de la cultura. 3. La conservación del medio ambiente. 4. El buen gobierno. Para llevarlo a la práctica, el cuarto rey creó en 2008 una nueva estructura institucional al servicio de esta filosofía, con una comisión nacional de FIB y una serie de comités a nivel local.

Lo que medimos afecta a lo que hacemos. Si nuestros indicadores sólo miden cuánto producimos, nuestras acciones tenderán sólo a producir más. Por eso había que convertir la FIB de una filosofía a un sistema métrico. Y eso es lo que encomendó el cuarto rey al Centro de Estudios Butaneses, que años después ha dado con un índice para medir la felicidad.

En este orden de cosas, el pueblo de Buthan ha decidido que son de más importancia: la socialización entre sus habitantes, que sus sueños no se pierdan entre tantas preocupaciones y estres, que las construcciones se adecuen a las necesidades de sus habitantes sin que produzcan cambios importantes en sus vidas, que los tribunales sean independientes, que los adultos dispongan de tiempo de ocio y puedan contar cuentos tradicionales a sus hijos…entre muchas más cosas. Y, es que este sabio pueblo reconoce que la felicidad se encuentra en el interior de cada uno, en su forma de pensar y en cada uno de sus pensamientos, lejos del régimen dominante competitivo de todas las demás ciudades del mundo.

La determinación por medir la felicidad nacida de aquel discurso de coronación del cuarto rey de Bután puede verse como un caso pintoresco o enternecedoramente naïf desde las potentes economías occidentales. Pero la misma inquietud empieza a ocupar las agendas de influyentes mandatarios y eminencias de la economía a nivel mundial.

En febrero de 2008, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, creó la Comisión Internacional para la Medición del Desempeño Económico y el Progreso Social, debido a su insatisfacción con el estado actual de la información estadística sobre la economía y la sociedad (EL PAÍS, Negocios, 20 de septiembre de 2009). "El gran interrogante" implica saber si el PIB ofrece una buena medición de los niveles de vida". Y los resultados de la comisión, presentados el pasado mes de septiembre, confirmaron las sospechas de Sarkozy: el PIB se utiliza de forma errónea cuando aparece como medida del bienestar. Pero también hay quien advierte de los riesgos de ampliar la variedad de estadísticas económicas, que podría permitir a los Gobiernos agarrarse a unas u otras a su antojo, en detrimento de la objetividad.

En un estudio realizado en 2005, el 45% de los butaneses declaró sentirse "muy feliz", el 52% reportó sentirse "feliz" y sólo el 3% dijo no ser feliz. En el Mapamundi de la Felicidad, una investigación dirigida por el profesor Adrian White en la Universidad de Leicester (Reino Unido) en 2006, Bután resultó ser el octavo más feliz de los 178 países estudiados (por detrás de Dinamarca, Suiza, Austria, Islandia, Bahamas, Finlandia y Suecia). Y era el único entre los 10 primeros con un PIB per cápita muy bajo (5.312 dólares en 2008, seis veces menor que el español).


Todo el programa de gobierno en Buthan se centra en cuatro ideas base:

■Desarrollo sostenible y equitativo,
■preservación y promoción de la cultura,
■conservación del medio ambiente
■buen gobierno.

El Reino de Bután lanzó la idea, y al carro se han sumado ya varios países y organizaciones. El presidente de Francia, Nicolás Sarkozy y el primer ministro de Reino Unido, Gordón Brown, ya han pedido que el tradicional Producto Interior Bruto (PIB) incluya también la felicidad de sus países.


El mundo necesita una economía más humana que no esté tan enfocada al beneficio económico.

La ONU por su parte, publica periódicamente un informe, el Índice de Desarrollo Humano, que analiza tres categorías: esperanza de vida, acceso a la educación y calidad de vida.

El resultado es que el país más feliz del mundo es Noruega. Le siguen, por orden, Australia, Islandia, Canadá, Irlanda, Holanda, Suecia, Francia, Suiza y Japón. España ocupa el puesto 15 por encima de daneses, belgas, italianos e ingleses.

Otro estudio, que mide la esperanza de vida, la huella ecológica y el bienestar general, de la New Economics Foundation, certifica que el país más feliz del planeta es Costa Rica.

Según éste índice, España se sitúa en el puesto 76 y bajan posiciones Estados Unidos, (114), China (20) e India (35). Los países peor clasificados siguen perteneciendo al continente africano.

Los expertos aseguran que un ingreso extra de dinero no genera felicidad, sólo pasajeramente si acaso, y que el dinero cada vez más se utiliza para compararnos con los demás.

QUE FELICIDAD = buenas relaciones sociales + una relación de pareja satisfactoria + una actitud optimista ante la vida + sentir gratitud + saber perdonar + mantenernos activos + hacer las cosas que se nos dan bien + gustarse + tratarse bien + disfrutar de los detalles + tomarse todo con calma.

¿Y dónde está el dinero en esta ecuación? Pues no está. Cada uno esresponsable de su propia felicidad y el dinero tiene poco que decir.

Hay más estudios científicos que demuestran que un aumento de sueldo o ganar un premio de la lotería nos da una motivación extra, pero ésta solo dura tres meses.
¡Tres meses! Ése es el tiempo que tardamos a volver a sentirnos igual que antes de tocarnos un gran premio.

¿Sabíais que es más feliz el que gana la medalla de bronce que el que consigue la de plata?

Es lo que los economistas llaman la 'Paradoja del Bronce'. La razón es que la plata se compara con el oro y el bronce con no llegar a ganar medalla.

Según la investigación Dinero y felicidad, elaborado por IESE junto con la Universidad de California (2007), una ver alcanzado un nivel básico de bienestar, la felicidad no aumenta con el dinero.

Alejandra Vallejo-Nágera, escritora y divulgadora científica, también aseguraba en RTVE.es que el dinero no garantiza la felicidad y que "en realidad es más importante cierta 'seguridad económica' que la cuantía económica".
En el siglo XIX muchos economistas comenzaron a teorizar sobre la felicidad personal y social. Según cuenta en su trabajo Economía y Felicidad, los economistas dejan de hablar de felicidad cuando ésta es devorada por la idea de 'utilidad'.

Pero ahora, en plena crisis económica, la felicidad ha vuelto a aparecer en la escena económica en un intento de medirla y relacionarla con otros términos como el paro, la inflación o la renta.
Con frecuencia, algunos buscan la felicidad como se buscan los lentes cuando se tienen sobre la nariz. (Gustavo Dorz).

Algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora. (John Lennon)


Entre las soluciones para salir de la crisis y cambiar esta tendencia de insatisfacción general, propongo que la sociedad civil tome las riendas y empiece a ir en otra dirección más humana y más solidaria. "No podemos ser felices si hay tanta gente a nuestro alrededor que está mal. Necesitamos compartir un sentimiento de comunidad, porque ese será el que nos unirá a todos hacia un único bien común”.

Susy Mora



Quizas te interese también : http://www.altaeducacion.org/group/liderazgo/forum/topics/butan-un-pais-en-donde-la

Fuentes:

Información extraída del documental: "Bután - Tomando el Camino Medio a la Felicidad".



Para interesados podrán obtener más información en:

http://www.elpais.com/todo-sobre/pais/Butan/BTN/

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