Nadie con un mínimo de sentido común pide los resultados de los exámenes, ni hace uso de ellos, cuando se trata de comprar bienes o servicios. No le pedimos al barbero, al tipo que corta la hierba, al canguro, al arquitecto, al doctor, al mecánico, ni a nuestro futuro novio, que nos muestren las notas que obtuvieron en sus exámenes porque de alguna manera sabemos que la información no serviría…