El título del libro conlleva dos significados. Uno sería el metafórico, en el cuál podríamos decir que los suprimidos son los alumnos a los cuales se les obstruye el verdadero aprendizaje que es la vida con tantas confusiones y frustraciones en la escuela. El otro el literal, donde lo suprimido son los sueños y anhelos de los alumnos de una escuela; todas aquellas cosas que quieren ser, hacer, y dejar de hacer pero que, por ir en contra de lo establecido, terminan su trayectoria en un penoso olvido.

Las experiencias únicas en la vida, como lo es la asistencia a la escuela, narradas con lujo de detalles es lo que yo llamo empatía, una palabra que orgullosamente puedo decir se apoderó de mí al escribir este libro.

Quisiera que jóvenes y adultos pudiesen adoptar el hermoso sentimiento que hoy tengo sobre el conocimiento. Puedo decir que a pesar de todo lo ocurrido, mi voluntad de seguir adelante me ha mantenido de pie y con fuerzas para darme cuenta que aprender va mucho más allá de ir a la escuela, y que se le resta un gran valor a tan excelente palabra. Es agradable la idea de un lugar en donde el estudio es una oportunidad de oro y no una carga, y donde la cantidad de cosas que uno puede desear aprender es ilimitada.