“Los ciudadanos del siglo XXI debemos anteponer el respeto por los derechos humanos, la democracia, la libertad y la justicia social, a toda religión o bandera” Hernán Zin

Más allá de la propaganda de los medios de comunicación secuestrados por las corporaciones, más allá de la censura, más allá del maquillaje de los temas sangrantes y más allá de la mediocridad que inunda el periodismo actual, son muchos los periodistas valientes, profesionales y comprometidos que hacen honor a su oficio. Documentan las tragedias del mundo y no son meros observadores fríos, sino que se comprometen a mejorar la vida de las personas. Un buen ejemplo de esta estirpe de Hombres es el argentino Hernán Zin (1971). Curtido en las guerras y en situaciones de pobreza extrema, Hernán Zin conoce el lado más oscuro del Sistema y de los seres humanos, pero no se ha dejado arrastrar por ello y ha dedicado su vida a denunciarlo sin matices, lo que le ha ocasionado amenazas, dar voz a las víctimas y tratar de concienciarnos a todos. Cada visita a un hospital después de un bombardeo es dura. Cada charla con un padre o una madre que ha perdido a sus hijos. Cada entierro. Sin atenuantes ni filtros te encuentras con el dolor ajeno y, en cierta medida, lo haces propio. Sin embargo, debo decir que lo más difícil de sobrellevar en un conflicto armado es la indiferencia del mundo. Eso es lo que más te lastima. Decirte a ti mismo: ¿por qué nadie hace nada para parar esta locura?, al tiempo en que ves el hambre y el sufrimiento. Ha trabajado en más de 40 países de África, América Latina y Asia para importantes medios de comunicación argentinos y españoles y sus frutos son numerosos reportajes, la primera serie documental en España rodada especialmente para Internet Un día más con vida, su blog Viaje a la guerra y 4 libros: Un Voluntario en Calcuta, en el que retrata sus tres intensos años de voluntariado en esa ciudad Helado y patatas fritas, sobre la explotación sexual infantil en Camboya, que junto a un documental permitió encarcelar a varios pederastas europeos. La libertad del compromiso, en el que describe las historias de siete personas que dejaron sus países y vidas acomodadas para ayudar a los demás, al margen de las grandes organizaciones, con proyectos personales modestos. Un excelente ejemplo de si quieres cambiar el mundo empieza por ti mismo Llueve sobre Gaza, en el que denuncia del castigo colectivo sufrido por los civiles palestinos en la franja de Gaza durante la operación militar “Lluvia de Verano” en el 2006 que dejó 405 palestinos muertos. Él considera este libro una deuda moral. He recogido estas reflexiones del autor en una de las entrevistas que ha concedido y que nos recuerda el verdadero problema de la Humanidad en el siglo XXI y no la maldita Bolsa: ¿Te parece cierta la afirmación que asegura que ‘todas las guerras son iguales‘? Cada conflicto armado es único. Sin embargo, es cierto que hay varias constantes que se repiten. Casi siempre la población civil se lleva la peor parte, especialmente las mujeres, los ancianos y los niños. Suelen tener un componente mercantil. Es decir, constituyen un excelente negocio para algunos, que se enriquecen a través del comercio de armas, el contrabando, la trata de personas. Y sus efectos se perpetúan en el tiempo. Una guerra no se termina cuando se rubrican los tratados de paz. Sus terribles consecuencias perviven en el dolor de quienes han perdido a seres queridos, de quienes ha quedado sumidos en la miseria por su culpa, de quienes padecen heridas físicas y psicológicas imposibles de curar. ¿Crees que se crean de igual manera los mecanismos de producción de odios, de suspensión de conciencias y que se manifiesta el drama de la misma forma en los diferentes pueblos? Sin duda. En estos años de viaje por el mundo he aprendido que los pueblos somos todos mucho más parecidos de lo que creemos. Y los mecanismos del odio funcionan en casi todas partes de la misma manera. Se avivan a través de la conveniente manipulación del miedo al otro, al que en teoría es distinto y nos amenaza de alguna forma. En ningún lugar de Asia, África y América Latina se ha superado el nivel de devastación y barbarie padecido en Europa en la primera mitad del siglo XX, y eso que se trataba de sociedades prósperas, ilustradas. No estamos inmunes a estos resortes, por eso debemos estar alertas e informados. Hernán Zin es un excelente ejemplo de cómo podemos y debemos trascender las miserias humanas de las guerras y una referencia de trabajo a favor de un mundo más justo. Ojalá en pocos años el mundo no necesite del valor de ningún reportero de guerra. Sitio oficial: Hernán Zin Más información: Wilkipedia Más información: Canal Solidario Pista: Maminia

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