NO HAY NOTAS O GALARDONES QUE VALGA


Nadie con un mínimo de sentido común pide los resultados de los exámenes, ni hace uso de ellos,
cuando se trata de comprar bienes o servicios. No le pedimos al barbero, al tipo que corta la hierba, al canguro, al arquitecto, al doctor, al mecánico, ni a nuestro futuro novio, que nos muestren las notas que obtuvieron en sus exámenes porque de alguna manera sabemos que la información no serviría de nada, o que incluso podría inducir a error. Pero cuando se trata de distribuir distinciones y recompensas basándonos en la arbitrariedad, y no en los méritos (cuando queremos repartirlas entre nuestros amigos y partidarios, por ejemplo, o entre los que queremos reclutar a nuestras filas) las pruebas de capacitación son puro veneno.

¿Qué nos importa quién lo hace mejor? En casi todas las situaciones normales, con una calificación de suficiente basta. Con el suficiente como base, puedes seleccionar y elegir a quienes van a ser tus aliados en tu agenda privada. La dificultad estriba en justificar estas elecciones. Si la nueva institución escolar tenía que servir de manera eficiente al control de la sociedad, las recompensas tenían que ser otorgadas a los que eran leales y obedientes, y no a los más cualificados para llevar a cabo esto o aquello. Por lo tanto, había que substituir la capacitación o el
aprendizaje de destrezas por un ‘aprendizaje de las asignaturas’. Y así se hizo."
John Taylor Gatto

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