Jiddu Krishnamurti " Cartas a las escuelas -1978... 1983 -

Un material excelente que todo docente innovador no debe dejar de leer.



Cartas a las Escuelas - 1978...1983

Estas cartas no son para leerse casualmente cuando usted tenga un poco de tiempo que le hayan dejado las otras cosas, ni son para tratarse como un entretenimiento. Estas cartas están seriamente escritas, y si usted se interesa en leerlas, léalas con la intención de estudiar lo que en ellas se dice, como estudiaría una flor mirándola muy atentamente - sus pétalos, su tallo, sus colores, su fragancia y su belleza. Estas cartas deben estudiarse de la misma manera, no leerse una mañana para olvidarlas por el resto del día. Usted debe dedicar tiempo a ello, jugar con ello, cuestionarlo, investigar sin aceptarlo; vivir con ello por algún tiempo; asimilarlo de modo que sea algo suyo y no de quien lo ha escrito.


Cartas a las Escuelas
Primero de septiembre de 1978

Como quisiera mantenerme en contacto con todas las escuelas, la de la India, la de Brockwood Park en Inglaterra, la escuela de Oak Grove de Ojai y la de Wolf Lake de Canadá, me propongo escribir y enviarles quincenalmente una carta a todas ellas por el tiempo que sea posible. Es naturalmente difícil mantener ese contacto de manera personal; por eso, si se me permite, me gustaría mucho escribir estas cartas a fin de comunicar lo que las escuelas deben ser, y así transmitir a todas las personas responsables por las mismas, que estas escuelas no sólo han de ser excelentes desde el punto de vista académico, sino mucho más que eso: han de interesarse en el cultivo del ser humano total. Estos centros educativos deben ayudar al estudiante y al educador a florecer con naturalidad.

El florecimiento es realmente muy importante; de lo contrario, la educación se convierte en un proceso meramente mecánico orientado a una carrera, a alguna clase de profesión. Tal como la sociedad es actualmente, la carrera y la profesión son inevitables, pero si nosotros ponemos todo el énfasis en eso, entonces poco a poco la libertad para florecer habrá de marchitarse. Hemos puesto demasiado énfasis en los exámenes y en la obtención de buenas calificaciones. Ese no es el principal propósito para el que estas escuelas fueron fundadas, lo cual no quiere decir que el estudiante haya de ser inferior académicamente. Por el contrario, con el florecimiento del maestro tanto como del estudiante, la carrera y la profesión ocuparán su justo lugar.

La sociedad, la cultura en que vivimos, fomenta y exige que el estudiante se oriente hacia el logro de un empleo y de la seguridad física. Esta ha sido la constante presión de todas las sociedades: la carrera está en primer lugar, y todo lo demás es secundario. O sea, primero el dinero, y segundo, los complejos aspectos de nuestra vida diaria. Nosotros estamos tratando de alterar este proceso, porque el hombre no puede ser feliz con dinero solamente. Cuando el dinero se vuelve factor dominante en la vida, existe un desequilibrio en nuestra actividad cotidiana. Por eso, si se me permite, quisiera que todos los educadores comprendieran esto muy seriamente y vieran su plena significación. Si el educador comprende la importancia de esto, y en su propia vida le ha dado el lugar que corresponde, entonces puede ayudar al estudiante, quien es forzado por sus padres y por la sociedad a convertir la carrera en la cosa más importante que existe. De modo que con la primera carta quisiera poner énfasis en este punto, y mantener en todo momento en estas escuelas un modo de vida que cultive al ser humano total.

Como nuestra educación consiste fundamentalmente en la adquisición de conocimientos, nos está volviendo más y más mecánicos; nuestras mentes están funcionando a lo largo de surcos estrechos, ya sea científico, filosófico, religioso, profesional o tecnológico el conocimiento que estamos adquiriendo. Nuestro modo de vivir, tanto en el hogar como fuera de él, y nuestra especialización en una carrera particular, están volviendo nuestras mentes cada vez más estrechas, limitadas e incompletas. Todo esto conduce a un estilo mecánico de vida, a una estandarización mental; y así, poco a poco el Estado, hasta un Estado democrático, dicta e impone lo que debemos ser. Naturalmente, la mayoría de las personas reflexivas se da cuenta de esto, pero por desgracia parece aceptarlo y vive con ello. De modo que esto se ha vuelto un peligro para la libertad.

La libertad es una cuestión muy compleja, y para comprender su complejidad es indispensable el florecimiento de la mente. Desde luego, cada uno dará una definición diferente acerca de lo que es el florecimiento del hombre, dependiendo de su cultura, de lo que llama su educación, su experiencia, su superstición religiosa - o sea, que depende de su condicionamiento. Aquí nosotros no estamos tratando con opiniones o prejuicios, sino más bien con una comprensión no verbal de las implicaciones y consecuencias que tiene el florecimiento de la mente. Este florecimiento es el total desarrollo y cultivo de nuestras mentes, nuestros corazones y nuestro bienestar físico. O sea, que implica vivir en una armonía tan completa que no haya contradicción alguna entre ellos. El florecimiento de la mente puede tener lugar sólo cuando hay una percepción clara, objetiva, no personal; cuando la mente no está cargada con ningún tipo de imposición. No es cuestión de qué se piensa, sino de cómo pensar claramente. Por siglos, a través de la propaganda y esas cosas, se nos ha alentado en el qué pensar. En eso consiste la más moderna educación, no en la investigación del movimiento total del pensar. El florecimiento implica libertad; como cualquier planta, la mente requiere libertad para crecer.

Durante el año venidero, abordaremos esta cuestión de diferentes maneras en cada una de las cartas; trataremos acerca del despertar del corazón, que no es un hecho sentimental, romántico o imaginario, sino la bondad que nace del afecto y el amor; y abordaremos el cultivo del cuerpo, la correcta clase de comida, el ejercicio adecuado, todo lo cual habrá de producir una profunda sensibilidad. Cuando la mente, el corazón y el cuerpo se hallan en completa armonía, entonces el florecimiento adviene natural, fácilmente y con excelencia. Esta es nuestra labor como educadores, es nuestra responsabilidad, y entonces la enseñanza es la más noble profesión que hay en la vida.

Jiddu Krishnamurti


Adjuntamos las demás cartas aqui.



Krishnamurti,%20Jiddu%20-%20Cartas%20a%20las%20escuelas%20(volumen%202).pdf

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