Anuncio de la Juvenile Protective Association en una campaña para generar conciencia sobre las profundas heridas psicológicas que deja el abuso verbal. (Fuente: Delyrarte.)

“Insultar o hablar ácidamente a una persona, de forma reiterada, deja en ella una profunda herida emocional que le acompañará durante mucho tiempo en su vida”

Querida Familia, trato hoy el poder de la palabra, para empoderar o hundir a las personas, porque me parece FUNDAMENTAL. Vivimos en una sociedad en la que la palabra se utiliza ‘sin ton ni son’, no somos dueños de nuestras palabras, soltamos palabras sin sentirlas ni pensarlas, liberando a la atmósfera su benéfico o maléfico poder, según sea la energía y la intención que hay detrás de esas palabras.

 

Las palabras encadenan…. En todos los Caminos y Terapias que he hecho con algunos de vosotros, os he indicado ‘machaconamente’ que fuerais MUY CUIDADOSOS con las palabras, pues ellas son las emisarias sobre lo que pensáis sobre otros, VOSOTROS MISMOS y la Vida en general. Si no pensáis ni sentís algo, NO LO DIGÁIS, aunque lo diga ‘todo el mundo’.

 

Muchas personas dicen por ejemplo: ‘esto me enferma’ cuando algo no le gusta, sin darse cuenta de que están dando la orden a su subconsciente de generarse una enfermedad cada vez que expresa esta frase ante algo que no le gusta de otro.

 

En Argentina es muy habitual decir por ejemplo: ‘estoy podrido’…yo ya le he dicho a Igneón, que es argentino, que tenga cuidado en NO decir esa frase, que en Argentina es normal, pero que para su subconsciente es una orden, porque el subconsciente no tiene criterio ni sentido del humor, aunque lo digas ‘en broma’. Fuimos diseñados como seres creadores, todo nuestro cuerpo está diseñado para recibir órdenes de un ser creador benigno, se entiende…más en la práctica no es así, somos nuestros más terribles enemigos, dedicándonos palabras nada amables, que nos incapacitan y nos hacen sentir miserables, haciendo que se cumpla la profecía que sobre nosotros emitimos, al mal utilizar el enorme poder de las palabras contra nosotros.

 

Durante nuestros primeros años, somos esponjas, tomamos del ambiente todo lo que se nos dice, sobre todo de padres, maestros y amigos, pues creemos que ellos nos reflejan lo que somos. En esa edad aún no tenemos criterio para darnos cuenta de que solo nos reflejan su propia percepción –la mayor parte de las veces viciada y fea- de la Vida y NO la realidad sobre nosotros ni sobre la Vida. Como son las personas que tienen una ascendencia afectiva sobre nosotros cuando somos niños, eso hace que absorbamos sus frases como mandatos, que nos gobiernan durante buena parte de nuestra vida, si no toda, hasta que hacemos trabajo o terapia personal para erradicar de raíz dichos mandatos limitantes e incapacitantes.

 

Hoy os presento un excelente material, para que toméis conciencia de lo que supone el poder de vuestras palabras. Con las palabras estructuramos o desestructuramos a los demás, con las palabras afeamos o embellecemos la Vida. La Pseudo Vida que llevamos ya es lo suficientemente fea como para afearla más con el uso ‘distraído’ de las palabras.

 

Seamos transformadores por el poder del Verbo/Palabra, construyamos una Vida más Bondadosa, utilizando palabras que capaciten y ayuden a brillar a los demás en sus dones y capacidades naturales.

 

Eso os invito a hacer a partir de hoy, en especial con los niños, las víctimas directas del mal uso que actualmente les damos los adultos a las palabras.

 

ARTÍCULO DE RAMÓN SOLER, EXPERTO EN TERAPIA REGRESIVA RECONSTRUCTIVA

 

http://www.regresionesterapeuticas.com/

http://www.mentelibre.es/

 

Hace unos días, en una entrevista concedida a Eduard Punset, el psicólogo Richard Wiseman afirmó que se ha probado científicamente que hacen falta cinco palabras positivas para contrarrestar el efecto negativo de un insulto.

 

Desde luego es innegable, y en mi día a día lo veo en el trabajo, que una palabra malintencionada le inflige un daño terrible a la psique de la mayoría de las personas. Además, cuanto más joven es el receptor del insulto, mayor y más prolongado es el daño infligido.

 

Cuanto más jóvenes somos, menos armas de defensa tenemos y más difícil resulta curar la herida.

 

Vivimos en un mundo agresivo donde no es difícil escuchar cómo la gente se interpela con palabras negativas e incluso crueles.

 

Sólo tienes que hacer la prueba, ve a hacer la compra a cualquier supermercado y ponte a escuchar alguna conversación al azar. Si te das cuenta, muchas de ellas son impertinentes, otras agrias, las más rudas.

 

Ahora lleva el experimento más allá, fija tu atención en cómo algunos padres o algunas madres se dirigen a sus hijos. Observa las palabras que utilizan para comunicarse con ellos … Oirás amenazas “si no paras te vas a caer y a hacer daño”, chantaje “no te voy a comprar nada si no haces lo que te diga”, rudeza “estoy harto de ti” … y un sinfín de palabras negativas. Palabras, que cuando son utilizadas de forma habitual, acaban infiltrándose en el inconsciente de los pequeños, minando su autoestima y en definitiva, marcan el punto de partida de futuros problemas emocionales de adultos.

 

Debemos cuidar las palabras que le decimos a nuestras parejas, a nuestros amigos, a los desconocidos y sobretodo, debemos mimar el lenguaje con el que nos dirigimos a los bebés y a los niños, y cuando hablo de bebés, me refiero incluso, a los que aún no han nacido y están en el útero de Mamá.

 

Ahora, llegados a este punto, quiero llevar el concepto de este descubrimiento científico mucho más lejos.

 

Si tenemos en cuenta que la mayoría de las palabras sobre nosotros nos las decimos nosotros.

 

Si tenemos en cuenta que la mayoría de las críticas que recibimos nos las hacemos nosotros.

 

Si tenemos en cuenta pues, que nos pasamos casi todo el día vertiéndonos comentarios negativos y por ende, haciéndonos daño con ellos.

 

¿Qué te parece si le das la vuelta a la tortilla y por cada palabra amarga, mala, fea que digas sobre ti, te lanzas cinco preciosos piropos?

 

Prueba a hacerlo, es mucho lo que puedes ganar.

 

Y antes de terminar quiero darte las gracias por haber compartido tu tiempo conmigo y por ello, quiero decirte que me pareces una persona amable, interesante, humana, emotiva y generosa.

 

….

REFLEXIÓN DE EDUARD PUNSET, DIRECTOR DEL PROGRAMA REDES

 

Científicamente se ha demostrado que son necesarios cinco cumplidos seguidos para borrar las huellas perversas de un insulto. Los que tienen la manía de contradecir siempre al que está delante no gozan de tiempo material para paliar el efecto perverso de su ánimo contradictor. ¿Cómo podemos aplicar en la vida cotidiana los resultados de este hallazgo experimental? ¿Cómo podemos coadyuvar a que la ciencia penetre en la cultura popular? Es evidente que los experimentos efectuados sobre los méritos relativos del cumplido y de la anatema del contrario pueden ayudar a mejorar la vida en común de la pareja. O, simplemente, a sacar las conclusiones pertinentes que pongan fin a la ansiedad generada en el contexto de esa convivencia.

 

La primera conclusión que se desprende de los experimentos sobre los efectos de la contrariedad provocada por el discurso agresivo se aplica a la pareja y a todas las demás situaciones que puedan contemplarse como la vida en sociedad o la política. Antes de decirle a alguien: “Te equivocas de cabo a rabo, como siempre”, habría que pensárselo dos veces.

 

El efecto de la palabra desabrida es más perverso que la propia sucesión de hechos. El impacto del lenguajees sorprendentemente duradero. Es muy fácil constatar con los niños de tres o cuatro años los efectos indelebles de aprehender una palabra por escrito, de captar su significado plasmado mediante letras. Una actitud perversa la pueden imaginar con un dibujo sencillo —de un chimpancé empujando a otro al río o de una persona soltando una piel de plátano en la baldosa que está a punto de pisar un anciano—, pero en cuanto un niño ha aprendido a escribir “perverso” le quedará grabada para siempre esa palabra. El poder de la palabra escrita en los humanos supera todo lo imaginable. No me pregunten por qué.

 

Tal vez la palabra escrita —se empezó a practicar hace unos tres o cuatro mil años— comportaba una dosis de compromiso que nunca tuvo la palabra hablada, aunque lo pretendía: “Te doy mi palabra”, se dice. Los acuerdos contractuales son de fiar cuando se explicitan mediante un texto escrito y es recurriendo a su constancia cuando se pueden exigir comportamientos anticipados.

 

Lo que estamos descubriendo —ahora que científicos como el psicólogo Richard Wiseman se adentran en ello— es lo que le pasa a la gente por dentro cuando se comporta de una manera determinada. Más de un lector se preguntará, por supuesto: “¿Es posible que durante miles de años hayamos prodigado menos cumplidos que acusaciones, sin saber que estábamos destruyendo la convivenciade una pareja o de una sociedad?”. Ahora resulta que, después de años investigando las causas de la ruptura de una pareja, el porcentaje de las que desaparecen es mucho mayor cuando uno de los miembros es extremadamente tacaño en los cumplidos, costándole horrores admitir: “¡Qué razón tienes, amor mío!”.

 

Que conste que los mismos experimentos están haciendo aflorar una sospecha centenaria. No sirve de nada mentir y buscar maneras alambicadas de hacer creer al otro que compartimos su criterio, estando a años luz de hacerlo. Cuando los consultores de parejas problemáticas o en vilo aconsejan mayor recato, fórmulas envolventes que disfracen la situación real o sobreentendimientos subliminales, no consiguen engañar a nadie.

Siendo eso así, resulta inevitable preguntarse por los efectos sociales de que la mitad de la población esté siempre imputando al resto razones infundadas, taimadas, perversas, interesadas para explicar su comportamiento. Será muy difícil no sacar la conclusión de que esas palabras calan hondo en la mente colectiva y acaban dividiendo en dos partes irreconciliables a la sociedad.

 

 

ENTREVISTA A RICHARD WISEMAN

 

Desde hace unos años, la ciencia se ha adentrado en cuestiones como la felicidad, la motivación, la creatividad, las relaciones personales o la toma de decisiones. Y uno de los expertos en difundir las últimas averiguaciones sobre lo que realmente nos importa es Richard Wiseman, psicólogo de la Universidad de Hertfordshire que compartió con Eduard Punset sus conocimientos y su magia.

 

Fuentes:

http://www.redesparalaciencia.com/1335/redes/2009/redes43-mejora-tu...

Transcripción escrita de la entrevista a Richard Wiseman

http://www.redesparalaciencia.com/wp-content/uploads/2009/10/entrev...

http://lapuertadelarcoiris.ning.com/profiles/blogs/hacen-falta-cinco-cumplidos-para-resarcir-un-insulto-el-inmenso

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