Considerado una eminencia mundial en “resiliencia”, el chileno Jorge Barudy, explica cómo un ambiente escolar afectivo que, se pone del lado del estudiante, puede dar un futuro a sus alumnos aún en las peores condiciones.

Jorge Barudy: "Cuando un niño encuentra afecto y confianza, responde a las expectativas de la única forma que realmente puede: con buenos resultados". (Ver "El papel de los profesores en el apoyo de los niños y niñas víctimas de malos tratos")

 

 

 La resiliencia se define como la capacidad de los seres humanos sometidos a los efectos de una adversidad, de superarla e incluso salir fortalecidos de la situación. Ver más sobre resiliencia en el  pensamiento de Boris Cyrulnik

 

  

Por Carmen Cecilia Díaz

“Quien encuentra un lugar donde se siente aceptado y querido, aunque haya sido víctima de alguna injusticia o maltrato anterior, obtiene las herramientas para convertirse en alguien constructivo y con esperanza”, señala Jorge Barudy Labrin, psiquiatra chileno, experto en  resiliencia y avecindado en Barcelona desde donde viaja periódicamente a Bruselas como parte de su trabajo con niños y jóvenes víctimas de la violencia en el Centro Exil.

Hace más de 30 años que este médico chileno, detenido en 1973 cuando era director General de Zona al Hospital de Puerto Saavedra, vivió en carne propia la tortura y el exilio lo que lo llevó fuera de Chile a fines de ese año. Fueron estas vivencias las que marcaron su forma de ver la neurosiquiatría, especialidad en la que se formó en la Universidad Católica de Lovaina.


Convencido de que la escuela puede ser un factor que potencie el "blindaje" de los estudiantes en contextos vulnerables, Barudy propone a los docentes asumir conscientemente el papel de “tutores de resiliencia”.  Esto es, “personas capaces de integrar y potenciar un buen desarrollo de los alumnos y les den proyección, pese a condiciones difíciles o traumas que hayan podido vivir”. (ver protección infantil basado en el desarrollo de la resiliencia)

Identificando algunos factores clave para un clima escolar forjador de resiliencia, Barudy quien es autor de libros como "El dolor invisible de la infancia", "Los buenos tratos de la infancia: parentalidad, apego y resiliencia", enumera:

  • Afectividad y vínculos: Si una niña o un joven se sienten queridos, de seguro van a responder mejor en términos conductuales y cognitivos y eso va en directa relación a su construcción de resiliencia.
  • Estructura: la escuela debe promover la interiorización de límites para aprender a modelar el mundo emocional y conductual del estudiante. Para ello debe tener afectividad y respeto por los niños y no actuar, como lo hace un alto porcentaje hoy, en función de los intereses adultos.
  • Toma de conciencia de la realidad: Que un niño se dé cuenta de lo que vive y sepa que no es culpable de ser pobre o de tener un papá alcohólico, por ejemplo, ayudará mucho en su desarrollo. La escuela es un espacio privilegiado para facilitar que quien es víctima de pobreza material, abandono o maltrato físico o psicológico pueda construir resiliencia.
  • Creatividad y humor: el ambiente escolar puede crear una “ecología” que se organiza creativamente en función de sus alumnos y los hace “sentirse bien”.
  • Expectativas elevadas: Si el docente tiene expectativas elevadas de las posibilidades de desarrollo de un alumno, eso tiene un efecto en su desempeño, siempre que no se desarraigue de lo afectivo. La investigación de resiliencia muestra que los niños hacen esfuerzos para alguien y por alguien. Si en la escuela encuentran afecto y confianza, de seguro se esforzarán por responder a las expectativas recibidas, de la única forma que pueden hacerlo: con buenos resultados.
  • Construcción de una historia, es muy importante facilitar a los alumnos la posibilidad de contar su historia porque no han tenido la posibilidad de reflexionar sobre sus vidas.

Cuando se alcanza resiliencia, el efecto en el niño es definitivo termina subrayando Barudy: “Esto no significa que no sufra, ya que resiliencia no es ausencia de sufrimiento. La experiencia dice que no importa lo profunda que sea una cicatriz, en ningún caso eso les determinará el futuro”.




«Para criar hijos sanos y no violentos hay que ir en contra de los valores de esta sociedad»

El sufrimiento y los trastornos conductuales de los niños pueden estar relacionados con el maltrato psicológico o afectivo, afirma.

Jorge Barudi lleva más de 30 años en la prevención y tratamiento de menores que sufren las consecuencias de la violencia. Psiquiatra y psicoterapeuta familiar, asesora a los técnicos de la Diputación en materia de infancia, a quienes ha ofrecido recientemente un curso. «Los niños son responsabilidad de toda la sociedad», dice.





- Afirma usted que ejercer de padres es hoy un desafío. ¿Por qué?

- La cultura dominante está basada en valores contradictorios con la función parental. Nos empuja a creer que para valer hay que competir, triunfar y lograr bienes materiales. Estos falsos valores individualistas alteran una capacidad maravillosa de los seres humanos, el altruismo social. Consiste en cuidar a los demás e implica un sacrificio, en el buen sentido de la palabra. Los niños necesitan tiempo, dedicación y presencia, además de cuidados físicos y afectividad.

- La dedicación es necesaria para educar bien.

- Para que los niños y las niñas sean personas solidarias y sanas, para que se respeten a sí mismos y a los demás y sean no violentos, las familias tienen que trabajar casi en contra de los valores de esta sociedad. Participamos de un modelo neoliberal y globalizante, en el que todo es mercado.

- ¿Qué ocurre cuando los niños no reciben tiempo, dedicación y presencia?

- Las causas del fallo en la parentalidad o marentalidad pueden deberse a historias personales muy duras, que incapacitaron a determinados adultos como padres o madres. Hoy sabemos que el no ocuparse de un hijo puede llegar hasta el daño cerebral, debido a la falta de estimulación o al intenso estrés. Y es un daño equivalente al que puede sufrir un niño en el parto por falta de oxígeno. Ocurre en los casos de maltrato y en niños que viven en ambientes de violencia machista o enfermedad mental de los padres.

- En vez de educación, reciben daño.

- Cuando a los niños les falta cercanía o afecto, se ven atrapados por los modelos que les transmite la televisión. Y terminan pensando que tienen los mismos derechos que los adultos. No aprenden a manejar la frustración ni a respetar a los mayores. Tampoco conocen el sentimiento de sentirse protegidos o ayudados.

- Los niños son etiquetados como difíciles.

- Y eso se agrava en el caso de los jóvenes, que piensan que para poder ser hay que ejercer el dominio. Aparece así la falta de respeto a los profesores, el acoso entre iguales o las agresiones filmadas en el móvil, que están causando tanta alarma social.

- Y la culpa no es originariamente de esos jóvenes...

- Los valores del sistema social tienen que ver con el individualismo, la competitividad, el dominio de unos sobre otros y la exaltación de la violencia como modelo de resolución de conflictos. No hemos sido capaces de construir una cultura diferente. Echar la culpa a los niños es una cobardía del mundo adulto.

- Estudiar a los niños víctima de malos tratos le ha convertido en un experto en educación.

- Los malos tratos son la expresión dramática de la falta de capacidad de los padres para ejercer su función. Pero hay un maltrato de la cultura hacia los niños, que siempre resultan desfavorecidos a la hora del reparto de recursos.

- ¿Crece el maltrato?

- Sobre todo el abandono afectivo, que es menos visible que el físico. Y es el que puede provocar más daño y más trastornos conductuales.

- El maltrato físico, ¿va a menos?

- El maltrato físico está mucho más asociado a un modelo cultural autoritario, que en las clases más favorecidas se ha ido cuestionando. Pero queda el chantaje afectivo, la corrupción, la amenaza de abandono, es decir, un maltrato psicológico. Con la pobreza el estrés crece y tienes menos posibilidades de controlarte y responder a los desafíos que te plantea la crianza.

- ¿Permanece la idea de que los niños nos pertenecen?

- El ser humano no es un animal violento. Si el contexto lo permite, es altruista, amoroso, y con una predisposición biológica a cuidar de sus crías y emocionarse positivamente. El cerebro nos permite construir creencias opuestas a estos recursos naturales. El sentimiento de propiedad y el concepto de patria potestad es un valor muy presente en la cultura. Pero ha nacido otro concepto, el del interés superior del niño. Ambos valores entran en conflicto. Y en él nos movemos quienes trabajamos con la infancia desprotegida.

- ¿Qué hacer para evitar el maltrato infantil?

- Hay que crear una conciencia social en la que sintamos que los niños son responsabilidad de todos y todas. Los niños sólo cuentan con el amor de los adultos decentes para poder salir de esta situación. Manejamos la idea de que se necesita el esfuerzo de toda una tribu para que el niño sea feliz, sano y bondadoso.

- El niño tiene capacidad de superación.

- Sí. Está el concepto de la resiliencia, la capacidad de superar circunstancias atroces gracias a la solidaridad y la afectividad de otras personas. Es una producción social. Aparece en niños que han encontrado a personas que les han ayudado a tomar conciencia de la injusticia de su situación y a luchar por hacer algo diferente.


Fuente: http://www.diariovasco.com/pg060703/prensa/noticias/AlDia/200607/03/DVA-ALD-001.html

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