Algunas reflexiones.. en el día del Maestro


Se han hecho estudios en que un maestro se pone frente a un grupo y se le dice que la mitad son muy inteligentes y la otra mitad no, sin ser esto cierto. Al finalizar las tareas, la mitad del grupo que el maestro creyó que era más inteligente pasó el examen y la que el maestro creyó que era menos lo reprobó. Esto indica que una persona trata a otra según lo que cree de ella, según su propia y muy particular realidad. Si ves a tu niño como alguien que padece un trastorno, conciente o inconcientemente lo tratarás como tal. Si lo percibes como alguien con facultades especiales, diferente de los demás, e incluso como un gran maestro de luz, así lo tratarás. En ninguno de los dos casos podemos hacer mucho por él, pero si nos quedamos en un punto medio, donde no importa el nombre con que se le llame sino darnos cuenta de que tenemos un niño, que posee un alma sabia que hay que respetar y estar preparados para criar y educar, entonces sí podemos hacer algo. Indagar sobre su procedencia cósmica es sin duda interesante, sin embargo, vengan de donde vengan, al llegar al mundo se convierten en niños, en personas, y debemos tratarlos como tales.

Para criar y educar a un niño debes estar conciente de dónde estás, porque es hasta ahí donde lo vas a llevar, no más lejos. ¿Eso deseas?, ¿eres feliz?, ¿amas?, ¿has realizado tus sueños?, ¿crees en ti mismo?, ¿practicas tus valores?, ¿sabes lo que quieres? Para criar a cualquier niño es importante saberlo, para criar a un índigo aún más, porque viven de manera profunda y eso piden de los demás, piden congruencia y libertad, amor y respeto. Ya que deseas vivir en armonía con tu niño, hace falta que lo conozcas, saber cómo percibe, qué desea, qué necesita; esto sólo es posible si te conoces a ti mismo. Empieza siempre con lo más sencillo y lo más importante.

Exprésale tu amor econcientemente con todos tus sentidos: tu mirada, el tono de tu voz, tu toque, tu caricia, tus palabras. Al pedirle que haga algo, hazlo tú, en la forma que deseas que él lo realice; sé lo que quieres que él sea. Para lograrlo debes saber qué es lo quieres, pregúntatelo y escríbelo. Dale una alimentación natural y orgánica (café, chocolate, pan, pastas, lácteos, cereales, todo orgánico), evita azúcares y harinas refinadas, prefiere las integrales. Bríndale tu tiempo y tu espacio con todos tus sentidos. Estimula su crecimiento con actividades artísticas, deportivas o científicas donde él pueda expresar sus ideas y sus sueños, desarrollar al máximo su capacidad mental. Toma muy en serio las actividades extras porque el ser humano puede crear y realizarse plenamente en varias actividades a la vez. Si ocupáramos el 100 % de nuestra capacidad mental, crearíamos algo nuevo cada segundo, imagínate lo que nos falta por estimular. Sé honesto y congruente, pon reglas, límites y deberes. Crea alternativas y opciones. Ríe, juega, baila y diviértete con él; ¿qué medicamento puede otorgar tanto beneficio que el amor y la risa no puedan? Utiliza imágenes y colores, música y movimiento, sensaciones y olores. Alimenta sus sentidos con lo que sí deseas para él.

Porque éste es tu momento, puedes hacerlo y tienes la esencia para lograrlo.

 

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