A preguntas conflictivas, respuestas saludables.

¿Cómo responder a las preguntas de los niños sobre la violencia? Las psicólogas recomiendan no hablarles de buenos ni malos, sino de personas equivocadas. Es la ocasión para enseñarles la importancia de perdonar y que lo perdonen.

Por Alda Mera. Reportera de El Pais
El día que se conoció la suerte de los diputados del Valle, Ana Milena Garcés Machado, una niña de 10 años, del colegio Carlos Alberto Sardi Garcés, lloró todo el día.

Ella, como todos los pequeños, no son ajenos al dolor humano y se afectan emocionalmente. Padres, educadores y adultos deben tener claro cómo abordar con ellos el tema del conflicto armado y la violencia.

Aprenda a responder preguntas como ¿Mamá, por qué los mataron? ¿Papá, quiénes son los buenos y quiénes son los malos? ¿Y por qué los soldados también tiene armas?

“Ante todo debemos responder con sinceridad y la mayor claridad y objetividad posible, sin cargar el discurso o explicación con nuestros sesgos, prejuicios o percepciones que, permeados por la subjetividad, manifiestan nuestros sentimientos de rabia, dolor, amargura”, dice la psicóloga humanista Flor Elisa Vergel Caicedo.

En ello coincide la psicóloga Martha Elena Osorio, quien enfatiza que es muy importante que a los niños se les muestre la realidad de país, sin tomar partido ni juzgar a ninguno de los actores del conflicto.

“Hay que explicarles con palabras sencillas que debido a la inconsciencia y a la forma equivocada como algunas personas han pretendido hacer las cosas no sólo en nuestro país –es un flagelo mundial–, unos caminan por el atajo errado y otra parte de la humanidad se convierte en sus víctimas, o somos testigos mudos”, explica Martha Elena.

“Y decirles que desde el más anciano hasta el más pequeño de los colombianos nos corresponde untarnos de todo: de lo comunitario, lo político, lo social, lo pedagógico, lo presupuestal, lo laboral, lo recreacional, lo familiar, lo emocional, lo espiritual y actos de presencia colectiva que a la postre sí harían la diferencia”, añade.

Para Flor Elisa, egresada de la Universidad Javeriana, basta partir de un sentido de realidad, “sin mentiras, sin pretender engañar y menos tratar de inventarles un cuento de hadas.

“Claro que no se puede perder de vista quiénes son los que preguntan: niños de 5, 7, 9 años o más, cada chico está en etapas del desarrollo muy diferentes y su nivel de escolaridad, su capacidad de análisis y comprensión son distintos para responderles sobre un tema tan complejo como es el conflicto armado en Colombia”, advierte.

Por ello aconseja mirar el contexto. “No se le responderá igual a un niño que ha vivido una experiencia de secuestro o asesinato de un ser querido, que al que pregunta porque ve o escucha las noticias”, señala.

A los menores hay que explicarles, por ejemplo, sugiere Flor Elisa, que cuando una persona no se ama a sí misma, no se valora y no se cuida, no será capaz de amar y cuidar a los demás, lo cual genera violencia hasta el punto de llegar a quitarles el derecho a la vida que tiene todo ser humano.

¿Buenos o malos? En ese sentido ella recomienda no juzgar. “No hablemos de personas buenas y malas, hablemos mejor de seres humanos con diferentes formas de pensar, de sentir y de manifestar, pero que no han sabido manejar esas diferencias, no se han aprendido a respetar, que van en direcciones contrarias, buscando lo que ellos consideran es mejor para sus familias, para una ciudad o un país, y en algún momento se cruzan y se lastiman; cuando debían de unir sus diferencias y fortalecer mutuamente sus debilidades para sacar adelante una nación unida, que viva en paz como todos nos la merecemos”, afirma.

En su opinión, a los menores hay que hablarles de personas equivocadas, que creen que empuñando un arma son más fuertes o poderosos y que así lograrán la paz y la armonía, a la que todos tenemos derecho.

También recomienda enseñarles que todos los seres humanos nos podemos portar de una forma dulce, afectuosa, amigable y en otras situaciones podemos volvernos todo lo contrario. “Son instantes donde nos permitimos mostrar nuestros polos opuestos, un comportamiento normal y muy humano, pero unas personas se quedan fijadas en conductas de un solo polo y desde allí lastiman, hacen daño a quienes les rodean y, por ende, a sí mismos”.

Finalmente, deben saber que es posible tener un mejor mañana si cada persona, incluidos ellos, no tiene odio en su corazón. Ese es el aporte del padre de familia para construir la paz: recordarles siempre que el amor y el respeto por uno mismo es la base para amar a los demás.

Cada que el niño ponga el tema, es oportuno hacerle entender que cada ser se debe responsabilizar de su sano crecimiento intelectual, emocional y laboral. “Que desarrolle su potencial y no pase por el mundo responsabilizando a los demás ni señalándolos o juzgándolos sin antes mirar dentro de sí, donde encontrará respuestas maravillosas”, dice Flor Elisa.

“Llenemos nuestro corazón de amor, hagamos pequeños esfuerzos por perdonar y que nos perdonen, envolvamos a nuestras familias, ciudades y países de una vibración de luz y de comprensión, de ternura y entendimiento y veremos los cambios”, aconseja la orientadora social Martha Elena Osorio

Procure que...

Los niños no vean solos los noticieros y que quien los acompañe les pueda explicar los hechos de manera neutral.

Acercarlos a la conexión espiritual natural que ellos tienen es una manera de reconfortarlos y que no se sientan amenazados. Dejando todo en manos de Dios les damos tranquilidad interior.

Promover procesos efectivos de perdón, así en sus familias no exista el drama. Y si existe, ¡con mayor razón!

Compartir con ellos momentos de calidad y gratificantes que los haga sentirse seguros.

Busque ayuda si...

Si ve niños deprimidos que cambian de temperamento bruscamente, lloran con frecuencia o no quieran socializar.

Si bajan en su rendimiento académico, comen mucho o dejen de comer o sufren trastornos de sueño o pesadillas.

Niños que se coman las uñas, se nieguen a compartir con la familia o a dormir solos o queden largos periodos sin hablar.

Recordar a los que se han ido, con alegría, no con dolor. Elaborar el duelo de la pérdida y buscar ayuda psicológica en casos con estos síntomas.

Reacciones

“Yo haría acuerdos humanitarios, todos podemos orar para pedir que se acabe la maldad de tanta gente ¡Ellos no tienen a Dios en su corazón!

”Creo que no hay nada malo ni nada bueno. Desde el punto de vista de ellos, está bien... y desde el de nosotros, está mal....Y así no conseguimos nada, señalándolos a ellos y ellos a nosotros”. Ana Milena Garcés Machado,

del colegio Carlos Alberto Sardi.

“Me siento muy triste (por la muerte de los secuestrados) al ver lo insensible que son (los secuestradores). Quieren cambiar cosas y no saben cómo. Ellos son los malos y los buenos no existen. Todos los seres debemos cambiar... Quisiera unirme a las marchas, hablar con la gente, tocarles sus sentimientos”. Sandra Castaño, paciente de 14 años, alumna del Liceo Anglo del Valle.

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