¿ Niños desatentos o niños desatendidos ?

Lic. Jorge Gonçalves da Cruz. Hoy nos "atienden" sólo en cuanto consumidores e hiperkinéticamente, nos acosan con miles de productos que garantizarían nuestra paz, felicidad y éxito escolar. Entre estos productos con los que nos seducen, se encuentran drogas legalmente recetadas, de las cuales sus productores y adeptos proclaman que no crearían dependencia como las ilegales). La sociedad globalizada nos desatiende a todos y coloca como enfermedad lo que los niños todavía pueden denunciar con su inquietud y falta de atención. Los niños preguntan, son pregunta. Las preguntas no escuchadas devienen en síntomas. ¿Cómo escuchar sus preguntas antes de medicarlos? ¿Qué sucedió para que tal cantidad de madres y padres de niños acepten y soliciten la Ritalina para calmar a sus hijos o para que sean exitosos? ¿Qué sucedió para que esos maestros, que tienen a cinco de sus veinte alumnos medicados para que les presten atención, acepten y busquen la justificativa del síntoma de A.D.D. o A.D.H.D.? ¿Cómo no se preguntan si ese 20% de niños en su clase sólo correspondería a una "desgracia" del destino que los reunió en la clase? Ya que las estadísticas de los mismos que produjeron el diagnóstico hablan sólo de un 20% de la población que podría recibir el diagnóstico. Primero tuvieron que convencernos de que "el pensamiento es una neurona y el deseo, una secreción química" y luego encandilarnos colocándonos como espectadores, sólo activos en cuanto a compradores. La Dra. Silvia Bleichmar, en un excelente artículo publicado en Clarín, nos recuerda: "Los niños de esta época, en su mayoría, no son receptores de ninguna esperanza, sino sólo de una supervivencia que da cuenta del desaliento y la fatiga histórica que empapa a los adultos a cuyo cuidado se encuentran". Se ha creado la representación de un ser humano nuevo, aplanado, andrógino y sin humor, agobiado por el evitamiento de sus pasiones y sueños, avergonzado por no poder alcanzar el ideal que se propone (flaco, consumidor y exitoso) y culpabilizado por no poder comprarle a sus hijos la felicidad en cuotas. Fukuyama, ideólogo de tal postura, se regocija con la estupidez propia de los que se creen dueños de la verdad: "Hay una simetría sorprendente entre los efectos de la Ritalina y los del Prozac: la Ritalina vuelve a los muchachos menos turbulentos y, en cierto modo, menos muchachos; en cuanto al Prozac, libera a las mujeres de los inconvenientes de la naturaleza femenina. Uno y otro nos acercan imperceptiblemente a un ser humano andrógino, que es también el objetivo de las políticas que defienden la igualdad de los sexos" (Francis Fukuyama, "El fin de la historia, diez años después"). Nunca como en nuestra época el saber de los individuos, su capacidad de pensar y el hacer creativo le habían sido expropiados en este nivel por los dueños de las técnicas y los conocimientos especiales, dice Emiliano Galende. Los medicamentos psicotrópicos buscan normalizar los comportamientos y suprimir los síntomas más dolorosos del sufrimiento psíquico sin buscar su significación. Elisabeth Roudinesco nos recuerda que cuanto más se promete un "punto final" al sufrimiento psíquico a través de la ingestión de píldoras, más el sujeto decepcionado se inclina hacia tratamientos mágicos. Es así como los laboratorios (no ya los médicos, psicólogos o psicopedagogos) aparecen como esos grandes, poderosos, mágicos solucionadores de todos nuestros pesares. Mundo de la exhibición, de la desmentida. En épocas anteriores, el método para adormecer el pensar era esconder. Hoy es exhibir y desmentir lo que se exhibe. Mostrar y decir que lo que se mostró no existe tal cual lo vemos. Nacen los fetiches, agoniza la alegría del pensar, el jugar, el preguntar, presentes en todo niño enchalecado en "diagnósticos-rótulos". La experiencia en psicopedagogía clínica nos permite asegurar que la gran mayoría de aquellos niños rotulados como A.D.D. o A.D.H.D., con una escucha diferente por parte de sus padres o maestros, pueden conseguir aprender creativamente, sin la necesidad de la dependencia de una droga. La dificultad para concentrarse en los niños, tiene que ser un alerta para los padres, maestros, psicólogos, psicopedagogos o médicos. Recordemos que la medicación, como dice Silvia Bleichmar, a veces lo único que hace es disimular los síntomas, calmar los efectos, permitiendo que la perturbación productora del cuadro siga su camino desencadenando consecuencias de mayor calibre en la adolescencia. Alicia Fernández Psicopedagoga.

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