Diferencias entre un hiperactivo y un indigo

DIFERENCIAS ENTRE EL NIÑO HIPERACTIVO Y EL NIÑO INDIGO Hace ya tres años que participé en un congreso internacional en Argentina con este tema, con el tema de los Niños índigo o niños de las estrellas. ¿Qué ha ocurrido en todo este tiempo, especialmente desde hace tres años para acá? Ha ocurrido que la información se ha disparado, se ha multiplicado. La oferta que tenemos ahora a nivel informativo sobre los niños índigo se puede decir que se ha triplicado, en comparación con hace solamente tres años. ¿Y en qué se notan estos cambios a nivel informativo, qué hemos hecho, cómo se está llevando este tema? la información tanto de los padres como de los terapeutas, de los colegios y de los medios de comunicación se ha visto, se ha volcado con un gran interés para que cada vez tengamos más claro y mayor clarificación con respecto a estos niños. Más que nada, la experiencia que yo tengo, mi experiencia personal (y en ella voy a basar mi conferencia) se basa en tres años de docencia en colegios especializados con el trato, educación y cuidados a niños psicóticos, niños con déficit mental, retraso y Síndrome de Down, y por otro lado mi experiencia como terapeuta de diferentes técnicas alternativas en las que desde el año 95 , empecé a darme cuenta de que asistían a cursos que yo organizaba (como por ejemplo cursos de Reiki para niños) una calidad especial de niños a los que yo definía como “mis pequeños maestros”… Los que han leído mi libro sobre niños índigo saben cómo explico esta circunstancia… En mis actividades cada vez más llegan padres, profesores, maestras, psicólogas y psicólogos que tienen la confusión entre, por ejemplo: ¿Todos los niños hiperactivos son índigo?… Pues no. ¿Todos los niños que tenemos a nuestro alrededor son índigo? No. También está el tema de los papás: los papás están desorientados. La gran suerte que tenemos es que la mayoría de papás se informan; pero aún a pesar de la información, papás abuelitos, cuidadores, etc., todo el mundo relacionado con el tema infantil se informa, pero por mucha información que se tenga, hay muy poca información clarificadora y mucha confusión con respecto al tema de los niños índigo. La expectativa de los papás siempre va a ser que cualquier profesional, cualquier persona para ellos creíble, acreditada, les diga: “su hijo es especial”… Eso es lo que nos gustaría oír a todos nosotros de nuestros hijos, pero lamentablemente no es así… En mi experiencia profesional, llegan muchos papás que tienen un hijo bien raro, un hijo psicótico o un hijo con necesidad de ser tratado a nivel de un psicólogo, un terapeuta vibracional, un terapeuta holístico, o incluso, tratado por un endocrinólogo, pues tiene muy lentas funciones hormonales, e incluso problemas psicomotores y se empeñan en calzarle la etiqueta “índigo”… No es así: no todos los niños raros son índigo, ni todos los índigo son raros… Evidentemente hay un mayor nivel de información tanto en colegios como en papás y en los profesionales de las técnicas holísticas, pero aún así la confusión sigue estando presente, y además yo no quiero ser pesimista ni mucho menos: estoy solamente haciendo un recorrido en la exposición para que sepamos ubicarnos en qué momento estamos con respecto a los niños índigo: dónde estamos situados en estos momentos. Como todo tema infantil, siempre va a suscitar oportunismo. Me estoy encontrando en diferentes países, como en España, aquí en México por supuesto, Venezuela, Argentina, a profesionales de la salud y de la docencia que están viendo en el tema índigo una oportunidad de ingresos, una oportunidad de prestigio, y ahora resulta que todo el mundo es un entendido en los niños índigo, todo el mundo sabe de índigos, todo el mundo tiene niños índigo, todo mundo en casa tiene uno o dos o doce niños índigo, y no es así… No se está tratando este tema con la seriedad que se merece. ¿QUE ES SER UN NIÑO INDIGO? Yo doy por hecho de que ustedes ya están informados pero puede ser que no, y no tengo el porqué darlo por hecho. Un niño índigo es un niño que tiene y expresa la frecuencia índigo… ¿Y qué es la frecuencia índigo? Es la vibración del chakra del entrecejo. ¿Y qué es un chakra? Según la medicina tradicional china, que es la medicina más milenaria, seria, veraz y con resultados de cambios que existe: la medicina oriental. Según la medicina oriental, nuestro cuerpo está formado por energía eléctrica y energía magnética. Tenemos y vivimos constantemente dentro de un campo electromagnético formado por 72,000 posibilidades de conexión, posibilidades, canales que interactúan formando nuestro entramado energético. Donde coincide todo este entramado energético o aura es sobre la línea media imaginaria de nuestro cuerpo, configurando lo que se llaman los vórtices energéticos o chakras. Sistema de chakras es el sistema de vórtices energéticos en el que se basa la acupuntura, la digitopuntura, la kinesiología, etc. Tenemos siete vórtices energéticos. Si cada uno se tradujese en longitud de onda en relación a un color, daría un color determinado dentro del espectro de la misma gama que nuestro arco iris. ¿Por qué no se ven? ¿Por qué no vemos nuestras auras, nuestros chakras? No los vemos porque están formados por la partícula más pequeñita que existe: el electrón, y el electrón no es visible ante la mirada ordinaria. O sea que no tienen la suficiente masa material como para verse. Por lo tanto, los chakras no los podemos ver a menos que tengamos visión aural o seamos videntes. Si tradujésemos en color el chakra del entrecejo, que unifica las cualidades del hemisferio derecho y del hemisferio izquierdo, veríamos que tiene el color índigo, azul cobalto… Los llamados “niños índigo” nacen ya con este chakra, con este vórtice energético y por añadidura las cualidades de ambos hemisferios cerebrales más desarrolladas de lo normal. ¿Qué es tener desarrollado el chakra del entrecejo, el chakra índigo? Todos los seres humanos tenemos la posibilidad de desarrollar nuestro chakra índigo, nuestro chakra del entrecejo. Es vivir de una manera diferente a la manera material, a la manera razonable, a la manera intelectual, a la manera materialista de ser, sentirse y relacionarse con los demás y con la vida. ¿Y por qué? Pues porque nuestra capacidad cerebral no solamente abarca nuestro hemisferio izquierdo racional, intelectual, sino que también abarca nuestro hemisferio derecho, con todo su potencial y cualidades atemporales, intuitivas, psicomágicas, conscientes de realidades más allá de lo que ven nuestros ojos o tocan nuestras manos o perciben nuestros demás sentidos. Estas capacidades unificadas alternativamente son las que tiene potencialmente todo ser humano, en forma latente pero por desarrollar según tenga o no inquietudes espirituales; y cuando defino “espirituales” no tengo ninguna intención de que sea entendido con connotaciones religiosas ni místicas: me refiero a ser consciente… Consciente de que aquí pueden haber presencias angélicas, guías, etcétera. Cuestiones que la mente racional rechaza pero que son verdad aunque no nos las creamos, y que el niño índigo, el adolescente índigo o el adulto índigo tienen tan integradas como podemos tener nosotros integrados el que sólo existe lo que vemos y tocamos. Para ellos es completamente normal y natural el saberse de otros planos, de otros planetas, saberse en contacto con seres de la naturaleza como las hadas… Ver y sentir a los ángeles, saber que la muerte sólo es una manera de nacer a otra realidad, etc., etc. Y este tipo de información, para ellos tan natural, en algunos padres puede dar miedo, y tratan de taparla. En otros, como cuando nosotros éramos pequeños y hablábamos de ángeles, de hadas, de otras vidas (la mayoría de nosotros, y es que ya ni nos acordamos), cuando permitíamos que nuestras potencialidades del hemisferio derecho se expresaran, motivadas también y principalmente por los cuentos, por las leyendas, el mundo infantil que le llaman, ¿no?, nuestros padres no tenían el nivel de información ni el nivel de consciencia que tenemos ahora los que tenemos hijos… Y en lugar de informarse lo que hacían en su lugar era “normalizarnos” con muchas normas… De todas maneras muy normales no hemos quedado puesto que nuestros hijos son índigo: nuestros hijos nos han elegido. (Risas) . Es decir: que no nos asustamos ni intentamos normalizarles poniéndoles normas: intentamos informarnos, intentamos averiguar qué más hay más allá de un diagnóstico médico que dice: “su hijo es hiperkinético, su hijo tiene Síndrome de Déficit de Atención, su hijo no encaja, su hijo es un hijo problema”… ¿Nos conformamos con eso y le damos el Ritalín y la razón a la maestra…qué hacemos? Nos seguimos informando y por eso están aquí hoy, por eso toman como algo prioritario el ver programas de televisión que hablen del tema o comprarse libros que hablen de este tema, prestan atención cuando hay una conferencia o cuando hay alguien que hable de este tema… Y de este tema, quien más debe sentir su seriedad es cada uno de nosotros, cada padre, cada educadora, cada educador, cada psicólogo, cada médico, porque dándoles medicación llamada “droga legal” a nuestros hijos si son índigo, sólo conseguimos atrofiarles sus capacidades glandulares de secreción hormonal tanto del hipotálamo como de la hipófisis y la pituitaria; es decir, de las glándulas que están en el cerebro, las glándulas que sirven para todo lo relacionado con el intelecto pero también para todo lo relacionado con la creatividad, con la intuición, con la sabiduría del corazón. Entre la confusión que les decía, y el oportunismo de estos especialistas que se sacan de la manga el saber todo de los niños índigo, y que todavía nos confunden más, ¿qué podemos hacer? En primer lugar, no sentirnos en ningún momento tan desamparados ni tan desorientados. Si eres padre sabes, si eres maestra, sabes; si eres profesor, sabes. No es casualidad que tengas en tu aula niños índigo. No es casualidad que a tu gabinete o a tu consulta acudan niños índigo. No es casualidad que un niño índigo o dos o tres, te hayan elegido como madre o como padre: sabes. Aunque no te lo creas, hay cosas que son verdad y esta es una de ellas: si tienes cerca niños índigo es porque en tu corazón y en tu hemisferio derecho y en tu chakra índigo del entrecejo sabes cómo sacar esa sabiduría… porque claro, estamos demasiado acostumbrados a los métodos, a las normativas, a los manuales, a las recetas milagrosas y efectivas, y en esta cuestión índigo hay que trabajar. Hay que trabajar primero para saber elegir… Para saber elegir el colegio, el profesional de la salud, para saber elegir y decidir si medicas a tu hijo o no lo medicas. Para saber qué podemos hacer… El nivel de oferta en los colegios de momento es precario. Las escuelas normalmente están masificadas. Un niño índigo necesita atención, a un niño índigo hiperactivo hay que saber estimarlo y valorarlo para saber cómo enfocar la hiperactividad y la frecuencia índigo. El niño índigo es uno de los precursores, uno de los maestros, una de las personas, uno de los sanadores que va a cambiar esta realidad. Esta realidad no puede seguir adelante por el lado o camino materialista y tecnificado y saturado de tecnología, en absoluto. Hace falta creatividad. Hace falta cada vez más disfrutar del tiempo libre que nos da la tecnología. ¿Quiénes son los que van a enseñarnos? Los índigo, porque la frecuencia índigo, la frecuencia del chakra entrecejo es la que unifica lo práctico con lo creativo. Porque esta sociedad y esta realidad si no empieza a ser creativa con su tiempo libre y con los medios de los que dispone, si no empieza a relacionarse con su prójimo desde el corazón, va a explotar. Tanta tecnología y tanto tiempo libre en sociedades altamente culturizadas, altamente tecnificadas, como por ejemplo Suiza o Suecia, han resultado en un alto nivel de suicidios de niños, de adolescentes y de adultos. ¿Por qué? Porque hay mucho tiempo, mucho dinero, mucha tecnología y no se sabe qué hacer porque no hay educación creativa. ¡Qué casualidad!, ¿verdad? A los niños índigo, la única motivación por la que les podemos ayudar, la única vía para que despierten y desarrollen todo el potencial que tienen en sí mismos es a través de la creatividad. No se sienten motivados, no les interesa en absoluto que en su colegio se tenga un baremo de aprendizaje que vaya desde el primero hasta el último mes del año escolar con el aprendizaje de los adjetivos, de las preposiciones y de la tabla del uno al nueve, por poner un ejemplo, y tienen qué adaptarse a cumplir ese baremo ¿que dicta quien?: El sistema educativo existente para nuestro mejor bien y el de nuestros hijos evidentemente. Pero el niño índigo no se adapta al método: necesita un método que se adapte a él. Y a no ser que tengamos la suerte de llevarlo a un colegio Montessori, a un colegio Waldorf, a un colegio especial que no esté masificado en el que las personas que forman parte de ese colegio tengan la necesidad de expresar su vocación apasionada y amorosamente, y no tengan su profesión sólo como un medio de generar ingresos a final de mes. Porque en la docencia al igual que en la medicina oficial, hay muchos que podríamos definir como “funcionarios”: No es lo mismo una maestra o maestro que ama o que ame a los niños y que ame su vocación, que un funcionario que ha estudiado una carrera corta, fácil, agradable, con alicientes, con bastantes períodos vacacionales y pagada por papá, y tranquila. Ése es un funcionario: ése no soporta a los niños, y si tiene niños índigo en su clase hoy no está aquí: está dándose un masaje, o en una clase de inglés o de danza o de baile, o en un bar tomando café, porque sabe que su período de trabajo es el remunerado y cuando se acaba, “pues qué bien que ya vienen los papás a por los monstruos”… En cambio, las personas que están aquí y que tienen como vocación el amor a los niños y el amor a la enseñanza, saben que tienen niños índigo en sus aulas… ¿Qué hacemos con ellos, qué hacemos? Tenemos que ingeniárnoslas para seguir dentro del sistema, porque el sistema es un coloso tremendo y no podemos luchar contra él, pero incrementando la creatividad, haciendo lo posible porque se impliquen los papás. Los papás deben ser conscientes de que su hijo es un ser especial como todo niño, pero que si además es índigo, es una responsabilidad tener un hijo índigo. Un hijo índigo es el futuro profesional en el que estaremos todos nosotros, porque todos los ámbitos de la sociedad del día del mañana estarán formados por los niños de ahora. En cada uno de los profesionales de nuestro futuro, que haya un índigo que haya podido expresar sus cualidades y sus potencialidades, que haya podido expresarse desde la creatividad y que haya podido descubrir qué es lo que le apasiona en la vida, será un profesional totalmente terapeuta. Porque el índigo es terapeuta: viene a sanar esta sociedad como he dicho anteriormente. Si un niño índigo se apasiona por hacer panes, pasteles, galletas, cualquier profesión que elija, sea mecánico, sea médico, sea abogado, sea arquitecto, sea terapeuta holístico, sea cineasta, sea escritor, si hace lo que le apasiona (y sólo lo puede descubrir si se le permite ser creativo con su aprendizaje), si descubre lo que le apasiona, se dedique a lo que se dedique en la vida, tendremos y recibiremos un amor, un nivel de consciencia que en estos momentos no tenemos como deberíamos y merecemos tener. La mayoría de los profesionales de nuestra sociedad, de cualquier sector, trabaja por dinero. La mayoría, no todos. Cuando podemos unificar remuneración, profesión y vocación es un regalo. Y quien ama su profesión lo sabe. Esto es lo que se pretende con los niños índigo: que a todos los niveles, cuando sean adultos, en cualquier sector de la sociedad en el que trabajen, donde se realicen profesionalmente, lo hagan a través de aquello que les apasiona y no que se les haya impuesto. Pero para ello, desde la base necesitan saberse queridos, apoyados, comprendidos y con un sistema de enseñanza y aprendizaje que se adapte a ellos y no al contrario. NOSOTROS SOMOS EL PUENTE De momento, vamos a ver soluciones que podamos tener, porque utopías casi nunca dan resultados. ¿Qué es lo que podemos hacer aquí y ahora los papás de los niños índigo? En primer lugar (y ahora lo iremos viendo por unos esquemas que he hecho en el pizarrón), ponernos nuestra mano en el corazón, ser sinceros con nosotros mismos y saber si tenemos un niño índigo o un niño hiperactivo, que no es lo mismo. Saber desde nuestro corazón y no desde nuestra expectativa de que “mi niño es especial” (todos los niños son especiales, todos, sean índigo o no, pero tenemos qué ser muy consecuentes con nosotros mismos); definirnos con nuestra mano en el corazón hasta qué punto queremos comprometernos en el poyo y ayuda de nuestro niño índigo o de nuestro posible niño índigo. Porque todo niño hiperactivo potencialmente es un niño índigo, aunque hay diferencias como ahora veremos. Normalizar todo el tema índigo, no sacarlo de quicio, no magnificarlo. Yo estoy cada vez más harta de oír a mamás y a papás que dicen: “es que como mi hijo es índigo…”, como si estuvieran hablando de un mesías, de un avatar, de un iluminado… ¡Pobre niño! En la necesidad de protagonismo de sus padres, en la necesidad de justificar cualquier comportamiento irregular lo atribuyen a que es índigo. No, no es así. Vamos ahora a ver con la mano puesta en el corazón cuáles son las características y comportamientos de un índigo y de un niño hiperactivo. Y ahora, en el supuesto de ustedes están ya informados, lo saben, lo han verificado desde su corazón, y no desde su razón, saben que tienen en casa un niño índigo, o en sus escuelas o en sus consultas, ¿qué es lo que podemos hacer? Si como he dicho el niño índigo no se motiva, no se concentra, no le interesa, no es competitivo, no responde al chantaje, ¿cómo podemos hacer para que encaje en esta sociedad? En primer lugar no han venido a encajar en la sociedad, sino que han venido a cambiar la sociedad. ¿Qué podemos hacer nosotros? Podemos, como decía antes, llevarlo a un colegio Waldorf o Montessori, o buscar un colegio que no esté masificado, y en el que como mucho sean ocho niños y niñas por clase, y que se les atienda de una manera personal y humana y con atención, nada de masificación. ¿Podemos hacer esto? Estupendo. ¿No podemos hacerlo, porque nuestra economía nos lo impide, porque vivimos en un lugar en donde no hay estas alternativas? Otra opción, vamos a buscar otra opción. ¿Conocemos psicólogas o psicólogos, conocemos maestros que sí que saben de las terapias alternativas y que conocen lo que es la frecuencia índigo y que sí creen en la eficacia 100% probada de las terapias vibracionales? Entonces compactémonos varias madres, varios padres de niños índigo, y tendremos el poder y la fuerza para poder crear nuestra propia escuelita con nuestros propios niños, con ocho, diez, doce por cada clase, teniendo un psicólogo, un educador o educadora, un maestro o maestra, y ya podemos. La unión hace la fuerza. Ya podemos tener ahí una alternativa a lo que nos ofrecen los colegios masificados o lo colegios oficiales. Porque nuestros niños no es que sean especiales: es que están especializados. Están especializados en aprender y en poder sacar todo un potencial maravilloso siempre y cuando se les trate como ellos requieren: es decir, de una manera no masificada, sino creativa, incentivada con amor y por supuesto como digo, y que hasta la saciedad lo diré: con creatividad, porque si no, no tendrán ningún interés en absoluto. ¿Lo podemos hacer esto? Estupendo. Otra solución más. ¿Tampoco? ¿Vivimos aislados, no conocemos otros padres, no sabemos qué hacer, no sabemos cómo juntarnos, no conocemos psicólogos, y los que conocemos son muy materialistas, muy estrictos, no saben lo que es un chakra ni les interesa, no saben lo que es la frecuencia índigo, sólo entienden que hay niños hiperactivos con Déficit de Atención a los que hay qué medicar, etc.? No, no es viable esta propuesta… Entonces otra propuesta más: Creatividad. Si a ti no te queda más remedio que llevar a tu hijo o a tu hija índigo a un colegio oficial o a un colegio masificado, ¿qué puedes ofrecerle tú? ¿Vas a permitir que un maestro o un psicólogo o un médico que no entiende en absoluto de otras realidades y que está convencido de que el ser humano sólo vive con su 3% de capacidad cerebral, vas a permitir que tu hijo o tu hija siga yendo con una valoración en su autoestima y en su rendimiento completamente nefasta o vas a tomar ya cartas en el asunto? ¿Qué le puedes ofrecer tú? ¿Cuál es tu economía? ¿Cuál es tu tiempo libre? Siente, piensa. ¿Te puedes permitir después del horario de clases participar con tu hijo en casa de algo creativo, nuevo, espontáneo, como hacer arcilla, modelar, dibujar, hacer repostería? A los índigos les encanta saber que participan contigo, con papá o con mamá. Saber que cuando llegan a casa les espera algo creativo con quien más les ama y les apoya les sirve de aliciente para interesarse más en sus colegios, masificados u oficiales. Esto es un hecho. No estoy hablando de utopías: llevo ya tres años observando, yendo y viniendo… Yendo, llevando información cuando vuelvo, me ponen resultados maravillosos. Por lo tanto hablo con conocimiento de causa. Alternativas. ¿Qué más le puedes ofrecer? ¿Te puedes pagar el que el niño vaya a clases de pintura, de danza, de ballet, de modelaje de cerámica y cosas así? ¿Puedes? Va a ser un incentivo. Son totalmente creativos y activos, y tienen muchísima energía. Que se drene esa energía con el Ritalín u otras drogas, provocará que convirtamos a nuestro niño índigo en un vegetal y sólo le va a sentar bien como veremos si es hiperactivo. Pero si es índigo, hay ya estadísticas de suicidios. Niños y adolescentes, porque se les atrofian su misión de vida y su potencial energético, la creatividad, la pasión. No es que sean hiperactivos, es que son tan apasionados y tienen tanta energía que la tienen qué drenar. Si les drogamos les podemos hacer un daño muy grande, mucho. Por lo tanto toma cartas en el asunto, no esperes a que venga otro a que te diga qué es lo que hay qué hacer ni cómo tratarlos. Si te ha elegido como padre, como madre, como maestra, como maestro, como terapeuta, es porque tú, en mayor o menos medida eres índigo. No te dejes fascinar por nada ni por nadie: siente, siente. ¿Te resuena? Es verdad. ¿No te resuena? No te dejes fascinar ni pongas tu poder en manos de alguien que haya escrito un libro o diez, que tenga un título de medicina y hace unos meses no sabía nada de chakras y ahora ya está dando conferencias del tema índigo, o escribiendo libros. Seamos creativamente sensatos. Sintamos. No permitas que nadie te haga creer que tienes un enemigo en casa o un boicoteador o un psicótico que necesita medicación para ser controlado. No es verdad. NO ES VERDAD. Si tienes un índigo cerca, repito: en mayor o menor medida tú eres índigo. En mayor o menos medida tienes desde el nivel del alma y el nivel del corazón este compromiso ya pactado en otro nivel de realidad, en otro nivel de consciencia. Los índigos han venido a cambiar esta realidad desde la consciencia, desde el amor. Por lo tanto, aceptemos nuestro compromiso de estar aquí y ahora. ¿Qué pasa si eres maestra, si tienes en tu aula ya, o si eres director de colegio, o si eres médico oficial y estás aquí? Tienes compromiso índigo seguro. ¿Cómo puedes permitir que esos niños índigo que tienes cerca de ti se expresen? Vuelvo a repetirlo: haciendo todo lo posible para que sus padres se comprometan y se responsabilicen en el potencial de ese niño, en sus cualidades, y que es lo único que puedes hacer, de momento: tener reuniones, estar estimando constantemente (periódicamente, claro) de qué manera estos niños índigo, al margen del colegio, al margen de lo establecido y del método pueden desarrollar su interés por el método con las alternativas que de momento tenemos: Apoyo, amor, autoestima, creatividad, actividades participativas, saber escucharle, saber comunicarse con él o ella, acompañarle, explicarles, etc. Y no hay más, muy poco más. No hay recetas, no hay milagros: hay trabajo. Pero ese trabajo es tan gratificante… Si tienes un niño índigo cerca ya sabes que desde la cuna te miraba con una madurez emocional que no era normal. Ya sabes que el castigo, el chantaje, la violencia física o psicológica no sirve con ellos. Ya sabes que los castigos o el “porque lo digo yo” no sirve con ellos, todo eso ya lo sabes. Y sabes que es especial, tú lo sabes. No permitas que nadie sepa más de él que tú. No lo permitas. No pongas tu poder en manos de otras personas que te aconsejen que le des Ritalín u otras drogas. No lo permitas. Haz lo que esté en tu mano. Repito: Si te lo puedes permitir, llévalo a un Waldorf o a un Montessori, porque el sistema de este tipo de colegios generalmente (porque la perfección no existe, evidentemente) tratan a los niños de uno en uno, tratan totalmente integrados lo que es el aprendizaje, el respeto, la vivencia y convivencia con los otros reinos animal, vegetal, mineral; incluyen el aprendizaje desde la sensibilidad artística, con artes plásticas, con tiempo, sin expectativas y según el ritmo de cada niño; sin arribismos ni fricciones ni competencias. Se habla y se expresa desde el respeto y desde la ética. No hay connotaciones religiosas que enmarañen sus cabecitas; nadie ha muerto en cruces, nadie tiene que salir huyendo de otros… No se incrementan ni se fomentan las luchas sociales, sino todo lo contrario. Verás niños en estos colegios de todas las razas y colores, edades, y aprenden a convivir y a hacer pan; aprenden a cuidar de las plantas y de los animales… Así son los Montessori y los Waldorf, en general. Seguro que habrá excepciones, pero los que yo conozco y en general son así. Primera solución. Sí, son caros estos colegios. ¿No nos podemos permitir esta solución? La desestimamos. Segunda solución: se tú misma, se tú mismo, quien encuentre las posibilidades realizables, viables, coherentes y mágicas (¿y cómo no?) de que se den sincrónicamente. Hay una ley que se llama: “Sincronicidad”, basada en el “pedid y se os dará”. Ponlo ya, haz tu pedido al Universo. Porque cuando alguien desea algo, y es por el bien de muchos, siempre la vida le apoya, siempre. Hay excepciones, como cuando hay una contraorden: cuando tú pides algo, y no te crees merecedor o merecedora de recibirlo lo anulas. Pero si tú pides recibes. Pide ya para que se den las circunstancias para que tú conozcas a otros padres en las mismas circunstancias que tú. Y que se conozcan maestros o maestras, psicólogos, educadores, educadoras, que estén en este tema al igual que tú, y que tengan el nivel de consciencia y compromiso que tú tienes, y también que vean viable totalmente el tener una escuelita, en la que por cada aula sólo hayan ocho o diez niños, y que por supuesto esté guiada por el actual método del sistema educativo, pero adaptado a las características y necesidades de cada grupo de niños índigo. Desde el corazón, no desde el elitismo. No comencemos a ser desde ahora “racistas espirituales”: “Un colegio para índigos, y aquí no entra nadie que no sea índigo”… Repito: el potencial índigo es latente. Un niño, un adulto, un adolescente puede incrementar, desarrollar, potenciar las cualidades del hemisferio izquierdo y derecho a lo largo de toda su vida. No pongamos etiquetas. Porque los índigos sólo llevan una etiqueta, una sola: la de no llevar etiquetas. No hay dos índigos iguales, no hay etiquetas para los índigos. Así se escriban veinte nuevos libros sobre índigos cada mes, repito: no hay etiquetas, no hay clasificaciones Porque potencialmente cada niño índigo es creativo, místico, interdimensional, clarividente y tecnológico., Ahora bien: un niño de África o un niño de un barrio marginal de México no podrá demostrar que la tecnología es uno de sus fuertes, porque igual no ve una computadora en su vida. No podrá demostrar su gran potencial artístico, porque igual no tiene un lienzo ni pinturas para pintar en su vida. No podrá demostrar sus aptitudes místicas o sí, porque igual su abuelita es una gran devota de la Virgen de Guadalupe y el niño habla con ella, por ejemplo… Es decir, que no podemos ponerles etiquetas a nuestros niños índigos, porque potencialmente y si se dan las condiciones adecuadas, desarrollarán todo potencial del hemisferio derecho, que es un gran potencial para lo artístico, para lo tecnológico, para lo intuitivo, para lo terapéutico, para lo interdimensional, si se dan las cualidades adecuadas y un entorno propicio. Pero si no, NO. Pero no hay índigos exclusivamente enfocados al arte, o índigos enfocados exclusivamente hacia lo tecnológico, o índigos enfocados exclusivamente a la mediumnidad, o índigos enfocados exclusivamente a tener potencial sanador en sus manos. Hablo del potencial sanador en sus manos, ¿por qué? Porque están calentitas, y todo lo calentito alivia. Cuando te das un golpe ¿qué haces? Ponerte la mano. Cuando alguien se hace daño ¿qué haces? Ponerle la mano. Y esto, es una orden, o más que una orden, una sabiduría del hemisferio derecho conectado con tu corazón que te dice que puedes sanar; que tu calor es sanador. Porque además de una función orgánica: calor, es amorosa, porque sale del corazón. Por lo tanto, todos en mayor o menor medida somos índigo. Y para terminar con lo de las soluciones: si tampoco conocemos a otros padres índigos o si no tenemos forma de encontrar una maestra, un maestro, un profesor, una psicóloga, o a alguien que crea en nuestro proyecto de tener a nuestros hijos en una escuela para índigos donde se les de el método del Ministerio de Educación y además actividades lúdicas, creativas, participativas… ¿Tampoco esa sería una solución? Pues entonces mira a ver qué nivel de calidad de tiempo tienes (porque ya se que la mayoría de madres trabajamos, y de padres), pero no se trata con el índigo sobre todo, no se trata de cantidad, sino de calidad. Mira a ver qué calidad de tiempo tienes, cree en él o en ella, siente el ser maravilloso que es y ve cuestionándote qué cosas, qué actividades podrías realizar con él o con ella. Si te ha elegido, es porque tú eres consciente de que tienes un maestro, pero que ahora es niño o niña. Tienes qué ayudarle a despertar su potencial, y a que sepa que es un maestro en un futuro. Aquí y ahora es un niño o una niña, y hay que ponerle límites, hay que educarle, hay que valorarle, estimularle, etc. EXPLICACIÓN DE CUADROS TEMÁTICOS En primer lugar los cuadros que tengo aquí son totalmente subjetivos y personales, basados en mi experiencia y en mi nivel de interacción y aprendizaje, porque todo lo que se de índigos, me lo han enseñado ellos. Ellos, sus papás y el recuerdo de muchas cosas de mi infancia. Sobre todo de mis diarios. Les aconsejo a todos que si ustedes de pequeños escribían diarios los saquen de donde estén y descubrirán al índigo que tienen dentro. Bien, esto no es un cuadro en absoluto científico, sino que repito: está basado en mi experiencia personal, totalmente subjetivo. Vamos a ponernos nuestra mano en el corazón y vamos a sentir si lo que tenemos en nuestras aulas, en nuestras consultas, en nuestra casa como hijos, sobrinos, nietos es un índigo o un hiperactivo. Y también tengan en cuenta todo el tiempo que un índigo puede pasar temporalmente fases, etapas o años como hiperactivo, por no haber sido comprendido. Y también que muchos hiperactivos, potencialmente, pueden ser índigos. En primer lugar: la medicina oficial no tiene ni idea sobre cómo se puede paliar (¡paliar sí, hombre, medicando!), o mejor dicho, no tiene ni idea de dónde viene el Síndrome de Déficit de Atención, la hiperactividad, y lo único que se atreven a hablar, a decir es a nivel científico, que “los neurotransmisores, que son las células neuronales, del sistema nervioso central, a nivel biológico tienen una disfuncionalidad, y que esta disfuncionalidad hace que el niño sea un auténtico torbellino, y que normalmente preguntando a mamá o papá, también ellos eran así en la infancia”. Y los abuelitos y las abuelitas dicen: “si es que es igual, es un demonio, es igual que su padre o su madre cuando era pequeño”… Por lo tanto, la hiperactividad no es algo de estos años, no es algo de hace poco, sino que es muy antigua, la hiperactividad. ¿Y qué pasaba antes con los niños hiperactivos? Pues nada, no había psicólogos, y por lo tanto tampoco había traumas… Claro, claro… Y los niños jugaban en medio de la calle (y yo he jugado a pedrada limpia, con botellas vacías de cerveza – y no soy tan mayor –), y cuando alguien llegaba llorando a casa, con un descalabro aquí, o con la rodilla al aire, pues su madre o su padre lo han curado, y ya está… Ahora en mi país por lo menos, denuncias que salen hasta en los periódicos, y no digo nada si es que eso pasa en un colegio, etc. Esto es sólo una pequeña introducción, pero tampoco se trata de asustarnos ante el tema del niño hiperactivo. Hiperactivos ha habido toda la vida. Lo que pasa es que ahora es moderno llamarlo por su propio nombre: hiperactivo. Pero que niño travieso, niña traviesa que se subía a los árboles, que metía los dedos a los enchufes, etc., ha estado siempre. Bien: pues ahora los médicos ante la avalancha de preocupación de tantos padres y madres en tantos países que van a ver al profesional de la salud; ante tantos profesores y profesoras, maestros y maestras que se quejan de que los niños hiperactivos les descontrolan a los demás, que están más normales, pues ya los médicos han dado una explicación, que es lo que dije antes: “el hiperactivo no se puede concentrar en ningún lugar, no se puede concentrar porque tiene una falta, una disfunción neurobiológica del sistema nervioso central, basada en que sus neurotransmisores no interactúan bien, y eso da como resultado el hecho de que su comportamiento sea bastante antisocial… Mi abuela lo definía mejor: “eres de la cáscara del diablo”… No paras… Esto asusta… No me digas que llevas a un especialista o a la psicóloga o al psicólogo de su colegio y te dice: “tu hijo necesita Ritalín, tu hijo necesita ser medicado porque no lo puedo soportar, en la clase me descontrola a todos los demás; tu hijo se tiene qué adaptar… tu hijo es un niño problema”… Y tú que trabajas, y tu pareja que a veces te escucha y a veces no, y tu madre que te dice “es que es igual que tú”, y tu suegra que te dice que haces cosas muy raras, y tus amigas te dicen unas esto y otras lo otro… ¿Qué hacemos? Lo que he dicho antes: cree en ti, no entregues tu poder a nadie; ni libros, ni conferenciantes, ni médicos, ni fármacos… Aquí está la solución.: te ha elegido, y todo tiene solució: se creativo, se creativa, sigue informándote, por supuesto. Por lo tanto, nos ponemos la mano en el corazón, no nos sentimos en absoluto mal si a partir de ahora empiezas a reconocer que tu hijo no es índigo, sino que es un hiperactivo o que tu hijo no es índigo, sino que tu hijo “es raro” o medio psicótico… No hay ningún problema: ha existido siempre esto. Es propio de la infancia. Seguirá ocurriendo, e igual descubres que tienes un índigo, porque repito: la facultad índigo es inherente a todos, es latente en todos. Se puede desarrollar en todos porque es una forma de relacionarte con la vida; no solamente desde la razón, sino también desde la intuición. No solamente desee lo práctico, sino también desde lo creativo… Bien, vemos que el índigo tiene un nivel de energía tremendo, pero no siempre. El hiperactivo tiene una energía que le desborda. Se mueve compulsivamente hasta durmiendo. Tiene un nivel de energía espectacular. Iremos viendo más cosas. El índigo, si además es un niño o una niña “cristal”, es un niño o una niña tranquilo. Diferencia entre índigo y cristal: el cristal es puro amor, el cristal es pura paz; son muy pacíficos, muy tranquilos, muy quietos, muy amorosos, muy sabios, muy silenciosos… Yo les defino como los “maestros índigo”, y por supuesto, tienen las facultades índigo (es decir, las facultades de su hemisferio derecho y todas sus cualidades) altamente desarrolladas: ven otras realidades, hablan con seres de otros niveles de realidad o realidades paralelas; etcétera, como iremos viendo. El hiperactivo no se concentra casi nunca en la clase o en una tarea que tú le des; el índigo sí que se sabe concentrar, siempre y cuando le hagas una exposición, o le des un aliciente creativo. Si es creatividad participativa, más. Y luego pues, tenemos aquí que yo sepa a una profesora que tiene niños índigo en su aula y aún más, muchas profesoras aquí en esta fila y psicólogas … Todas vosotras, ¿no?... Muy bien… Las valientes… Bien, pues de todo lo que yo estoy diciendo, por favor os pido (ya que tenemos la fortuna de poder contar con vuestro testimonio – y por cierto, no son funcionarias, no se limitan a recibir un sueldo a mitad de mes; son vocacionales, pues si no, no estarían aquí: estarían en el cine, o tomando café… Aman a los niños y aman su trabajo –)… os pido por favor que en este cuadro, que aunque es totalmente subjetivo porque está basado en mi experiencia (de la que aprendo constantemente sobre el tema índigo de los propios índigo, incluidos padres y educadores), en lo que no estéis de acuerdo, o en lo que queráis aportar, algún dato de enriquecimiento, os lo anotéis para cuando yo termine la conferencia y sea a nivel de preguntas. Y si estáis totalmente de acuerdo, pues también lo expresáis, porque todo lo que he puesto acá está basado en la retroalimentación para poder hablar con claridad, y para también, como les decía al principio, desmitificar este tema, el tema índigo, que se está desbordando. El oportunismo, en temas relacionados con la infancia, siempre es un peligro que nos acecha. Siempre. Cualquiera nos puede vender cualquier cosa, porque los niños son nuestro futuro, son nuestra preocupación. Por tanto, repito: no entreguemos nuestro poder. Sólo si sentimos que eso es así, nos unimos, si no, NO. El hiperactivo demanda atención continuamente pero no presta atención. Digamos que le interesa tener compañía, saber que ahí hay alguien… El índigo necesita ser escuchado, demanda atención porque necesita ser escuchado, porque en algún nivel de su corazoncito, él sabe que es especial. Lo sabe, por lo tanto necesita ser escuchado. Es diferente, como hemos visto. El hiperactivo demanda atención pero no escucha: va a su ritmo, va a la suya… De vez en cuando se da cuenta de que estás ahí, pero como si viviera en otra realidad. También puede ser diagnosticado como “rasgos psicóticos”, pero no es un psicótico; “con rasgos autistas”, y no es un autista: reacciona muy bien. El hiperactivo que no es índigo reacciona muy bien al amor, a los cuidados, a la atención; a lo que no reacciona es a la queja, no habla; va de cabeza a otra actividad. En cambio el índigo se marchita, se marchita… Si tú le rechazas o se siente que no le escuchas, si prestas atención está en un rinconcito, o está mirando por una ventana: necesita ser escuchado, y por eso demanda atención. No es lo mismo que necesitar compañía. Agresividad: El nivel de agresividad en el hiperactivo: es una mole de movimiento, parece que no tenga compasión; pero en realidad, como lo veremos, es que tiene problemas psicomotrices, y no controla bien el espacio; parece que no es compasivo, porque no es consciente de que hace daño a los demás. El índigo actúa con compasión, desde pequeñitos; no son combativos, ceden sus juguetes, son (y estoy hablando en términos muy generales, porque hay excepciones por supuesto) y actúan con mucha compasión para ser un niño, y para ser tan pequeñito… La expresión verbal: El índigo, desde que empieza a hablar, tardan mucho en hablar, pero cuando hablan, hablan frases enteras, y otros son muy precoces hablando (Manuel tiene un hijo de tres años que tiene un nivel de léxico desbordante; él es uno de los directivos del Centro Ketzalkóatl, y da mucho placer hablar con él, porque parece que estés hablando con un niño con todo el encanto de niño, y con un sabio, como que tuviera unos secretos que necesita crecer para transmitirte). Esa es la magia de los índigos: siente; si tienes uno así, siente… El hiperactivo habla a trompicones, no se le entiende, habla frases cortas, y sólo le suele entender su mamá, su cuidadora o su papá, o una hermana o un hermano: alguien que ejerce de traductor, y además confunde los tiempos y los modos: puede hablar en indicativo o en subjuntivo: “cuando he venido comeré”… O sea… Como que tiene una falta de coherencia y de conexión con las realidades temporales, espaciales, como iremos viendo… En cambio el índigo expresa muy bien sus emociones, sus sentimientos, sus enfados, sus porqués… Parece un monstruo, porque te hace unos razonamientos con una total sinceridad del corazón. Esa es la diferencia. La autoestima: El índigo tiene un alto nivel de autoestima; son como aristócratas, como principitos, como princesas… Por supuesto que son vulnerables, como todo niño. Sin embargo, el hiperactivo es consciente de que algo pasa, algo ocurre: “nadie quiere jugar conmigo, no me invitan a los cumpleaños”… A mi hijo le ocurría esto, y entonces yo le hice ser atractivo a través de comprarle juegos participativos: llevaba varias peonzas, trompos; llevada constantemente cuerdas nuevas para jugar a la comba; llevaba cartas de esas de las Pokemon para poderlas sortear, regalar. Yo “mataba varios pájaros de un tiro”: es decir, que le hacía atractivo a los ojos de los demás, porque regalaba cosas y porque llevaba juguetes participativos. Pero esto era un truco de madre (y como dicen en mi pueblo: “sabe más el diablo por ser viejo que por diablo”). Yo tuve ese problema de rechazo, y mi hijo, con sus rasgos de hiperactivo, estaba teniéndolos también. Yo los viví en silencio, porque a mí mi madre nunca me escuchó, Mi hijo me ha elegido; tiene como un 30% de potencial índigo, y bastante más de hiperactividad en su infancia; ahora tiene doce años. Ese era un truco que yo me saqué de la manga, siendo creativa, y no se si está bien o mal, pero lo único que les digo es que dio resultado: al niño empezaron a participarle, a contar con él, porque llevaba cosas participativas. Yo siento que todo vale desde el corazón para evitar el rechazo, porque el rechazo te mata, te daña y mucho. A mí me normalizaron con muchas normas, entré en el silencio y fui tartamuda hasta los treinta años. ¿Para qué tenemos qué fomentar algo relacionado con su capacidad de expresar? Si un índigo o un hiperactivo se cierra, si cierra este chakra, ( el chakra de la garganta) que por cierto es el chakra del poder, va a tardar mucho en florecer. Tendremos un adolescente silencioso, que es de lo peor, porque no sabes lo que piensa, no sabes lo que siente y no sabes qué va a hacer mañana porque no habla. Y todo esto se gesta en la infancia. Por lo tanto, el nivel de autoestima de un índigo es elevadísimo, pero si en el colegio se le rechaza, si se le está agrediendo constantemente a su autoestima… Normalmente el índigo sabe más que sus profesoras, sobre todo sabe a través de una mirada sus estados de ánimo, y te dice unas cosas que te dejan helada, porque ¿cómo puede escanearte de esa manera? Te escanea, te hace un escaneo – y veo que todas aquí están diciendo que sí –. Te escanean con una mirada y no todos los profesores o profesoras tienen el nivel de humildad de saber que su profesión no implica saberlo todo y que no es necesario darle constantemente la imagen al niño de que es su fuente, su modelo. No. Hay muchas profesoras que reaccionan con el niño índigo sobre todo, se bajan a su altura física y le reconocen: “Discúlpame, sí, así es: es que hoy estoy un poco triste”. Mientras que la norma de cuando nosotros éramos pequeños ¿qué era? “Los herederos de Dios son dos: el médico y el profesor”, y no podíamos contradecirles, y en algunas ocasiones no podíamos ni mirarles a los ojos, porque no, no… El hiperactivo es consciente de que “nadie me quiere, nadie quiere jugar conmigo” No tiene patrones socializantes: o sea que todavía no sabe jugar. Si hay que jugar a correr pues corre, y si avienta a tres o cuatro niños al suelo, pues lo niños se hacen daño, las mamás se quejan con la profesora, la profesora ya no sabe qué hacer, “¡sácalo de este colegio!”. ¿Y cuántos niños hiperactivos tenemos en casa sin encontrar colegio y el rechazo colegio tras colegio, la frustración, la tristeza y el daño que se le está haciendo a ese niño por su hiperactividad… Que a veces la hiperactividad está escondiendo un potencial índigo… A veces, la mayoría de las veces, y cada vez más. Y como decía anteriormente, la medicina oficial sólo ha diagnosticado, porque es experta en diagnosticar, y tenemos este diagnóstico: “los neurotransmisores no se comportan de una manera adecuada para socializarse en edad temprana, y se puede llegar hasta la adolescencia y hay rasgos de hiperactividad en el adulto a o largo de toda su vida”. Eso es lo que dicen y punto. Nada más. Por lo tanto, ¿qué alternativas dan? Una: Ritalín o sus derivados o sus afines. Fíjense en lo que les voy a decir. Yo por supuesto estoy en contra de medicar, de drogar, pero en casos severos de hiperactividad que no son índigos, la medicación les tranquiliza, y por lo tanto si les tranquiliza a nivel motriz, su capacidad para fijarse y para emitir sus propios juicios a través de la observación se ira abriendo… Porque el hiperactivo no tiene modo de enlazar conclusiones, mas que de una manera: dándoles frases cortas, concretas y repetitivas, una y otra vez, con grandes dosis de amor, compañía y atención. Eso el hiperactivo puro y duro. Si cuando con esas grandes dosis de órdenes concretas, con frases cortas, amor y comprensión logramos un cambio, el hiperactivo la mayor parte del tiempo se cree que nadie le comprende, pero no sabe que ni siquiera sabe que nadie le comprende… Es difícil… Y en el momento en el que siente que forma parte de una familia, de una mamá, de un papá, de un lugar, de una casa empieza a bajar su nivel de hiperactividad, y comienza a subir (si tiene que subir) su nivel de frecuencia índigo, y la mayoría de hiperactivos son índigo. Pero primero sepamos estimar, porque si tenemos un hiperactivo, lo vamos a saber, vamos a seguir viendo y a seguir sintiendo… Repito: a nivel de autoestima, el índigo la tiene muy bien, y si se le daña (incluso es aristocrático en su porte, en sus maneras y en sus contestaciones… No es maleducado, pero no le sirve el “porque lo digo yo”; te responde: “explícamelo mejor”, “no lo entiendo”, “dime por qué”, etc.), se marchita y se aísla; pero generalmente su autoestima es de un muy alto nivel. El hiperactivo sólo sabe que “nadie quiere jugar conmigo, nadie me quiere”… Esas son sus dos cuestiones que incluso tarda en decirlas. Normalmente es monosilábico: “¿Te lo has pasado bien? Si”; “¿Has jugado en el colegio? No”; “¿Han querido jugar contigo los niños? No”; “¿Con cuántos niños has jugado? No”… “¿Has jugado con muchos niños? No”. Ése es el hiperactivo. Resistencia física. El índigo no suele enfermarse nunca. Y además, si se hace una herida o una fractura en el pié, en la pierna, en el brazo, sanan milagrosamente. Eso es algo que muchas mamás me dicen, y que yo también he observado. Pero es algo espectacular: Curan milagrosamente, se reponen, se recuperan y es una maravilla. El hiperactivo suele tener asma, alergias, suele tener gripas y bastantes a lo largo del año; pero sobre todo el problema del asma y de las alergias. Y si se le hacen pruebas, igual no tiene nada, pero sigue griposo, sigue asmático, sigue alérgico. Curioso… El índigo no. Hay casos de una sensibilidad en la piel, pero son casos aislados, y por supuesto hay índigos con una salud nefasta, y hay índigos parapléjicos, etc. Esto es un dato general y estadístico, subjetivo según mis estadísticas y mi experiencia, pero no es algo oficial, y ni siquiera oficioso. Es algo participativo para que vayamos sintiendo. La madurez. Desde pequeñitos los índigo parecen ser lo que yo he venido en definir como unos “adultos sabios”. Es como que te está mirando alguien que conoce tu alma. Es alguien que se te mete por los ojos y te llega al corazón. Eso desde la cuna, y ya cuando empiezan a hablar, es algo espectacular, porque tienen un comportamiento muy maduro. Por supuesto son niños y pueden hacer cualquier travesura, los índigo; en cambio el hiperactivo se suele comportar como bebé, ya con 5, 6, 7 e incluso 8 años; como bebé grande, y sigue, a nivel de madurez emocional, mental, sigue costándole sacar conclusiones. No sabe sacar conclusiones. Incluso muchos hiperactivos preguntan lo que quieren que se les pregunte. Y eso sólo lo saben las mamás, algunas maestras, pero con tal de estar en la acción y en la acción no sacan sus propias conclusiones. Un buen método es preguntarles lo que preguntan, o como hace una amiga mía que tiene un hijo bastante hiperactivo, le contesta a su pregunta: “dímelo tú, tú lo sabes”, y entonces el niño se lo explica. Pero el hiperactivo, con tal de tener acción es más fácil preguntarle y que te conteste, a sacar sus propios juicios, sus propias conclusiones. La medicación. ¿El hiperactivo reacciona a la medicación? Sí, reacciona a la medicación. El índigo no suele reaccionar a la medicación, no suele hacerlo. No le va la medicina alopática o los fármacos tradicionales, no le van. Entonces las mamás (sobre todo ellas), los papás y las educadoras nos preguntamos qué pasa aquí… Si le doy un antihistamínico para bajarle la fiebre, ¿cómo es que sigue con calentura, y cómo es que no está destrozado? Pues es su método de dar un estirón, o es su método de limpiar agresividad, hostilidad de su ambiente familiar, de la relación parental que hay; es su propio método de sacar la energía triste que se trae del colegio. Pero la medicación normalmente no le hace efecto, apenas crea reacción. Nivel de protección. El hiperactivo es, ¿cómo lo diría yo? Como un pequeño Termineietor: no sabe cuidar ni se da cuenta de que hay plantas…de que aquí tienes un altarcito con cristales… le pisa la cola al perro demasiadas veces., aunque le encanta el perro, pero como que va mirando a todas partes y pasa el perro y lo pisa… El índigo tiene una antena especial para saber que el perro está ahí, hasta en la oscuridad. El índigo quiere tener sus propias plantas, sus propios minerales; cuidan de sus minerales. Les atraen normalmente los cuarzos rosas, los cuarzos transparentes, las amatistas, tienen su pequeña colección… La pasa muy bien en la Naturaleza, etc. Le encantan los animales, sabe respetarlos, sabe cuidarles, les habla a los animales, y muchos índigos, pero muchos reciben mensajes telepáticos de sus animales domésticos y de los animales domésticos de los demás. Bueno, y ni hablar de sus ángeles, para ellos hablar con los ángeles es algo muy normal y de sus padres que tienen en otro planeta, y cosas así. Evidentemente si llevamos a un psiquiatra infantil a nuestro pequeño índigo que habla de esto, pues le va a decir a los papás que necesita medicación. Necesidad de azúcar. Total. El hiperactivo es un goloso nato: le encantan las golosinas, y en cambio al índigo no tanto. Y en la alimentación vegetariana, por ejemplo el hiperactivo, con tal de comer y comer, o tener cosas atractivas come más por los ojos. El hiperactivo come más por los ojos. En cambio el índigo un 20% de bebés índigos escupen si les das un puré en el que haya carne triturada. Comida de origen animal la detectan y la escupen directamente. Siendo bebés, y cuando van creciendo, como quieren tener películas de animalitos o bien animalitos cerca de ellos, rechazan por completo la comida que sea de origen animal. Suelen ser vegetarianos. Pero también he observado que si se les impone (porque papá y mamá son vegetarianos, hacen yoga, no fuman, y se la pasan con el Om todo el día), pues estos niños en cuanto pueden, apenas pueden se van al McDonalds… En cuanto pueden, buscan pastelitos industriales que son de lo más patético a nivel nutricional, y eso… Y son índigos, por supuesto. Pero independientemente de que sena índigos o no, todo lo que se es dado con naturalidad se vive con naturalidad, y todo lo que se es dado con marginalidad crea atractivo. Y si papá y mamá “Ommmm” todo el día, y “qué malos los yanquis y los McDonalds y tal”, generan una inquietud. El índigo es muy inquieto. El índigo no obedece por respeto o por admiración, sino por comprobación. Y te va a querer igual aunque seas vegetariana y te la pases con el Om. Pero irá al McDonalds. En cambio, si comer comida vegetariana es una celebración, hay respeto por los que comen carne, por los que fuman… Se les inculca desde pequeños a que lo auténtico es lo que sale por la boca de amor, y no lo que entra por la boca, de cualquier cosa, y que se les da la oportunidad de que ellos elijan y por supuesto se les explica que el comer carne es comer cadáveres, y que al fin y al cabo todo es vibración, pues ellos van a elegir lo correcto. Lo correcto para su frecuencia, para su energía, para su expresión. El índigo tiene aptitudes espirituales, le interesa el Yoga, el Reiki y otras cuestiones de imposición de manos; le interesan las terapias alternativas, la musicoterapia, la música nueva era, la musicosofía, e incluso le interesan los cristales: le encanta tener cristales, se deja poner cristales, se deja dar masajito. Al hiperactivo necesitamos tenerlo dormido para darle masaje, porque se aburre, se cansa, y sin embargo reaccionan bien a la acupuntura, digito puntura, acupresión, y a las Flores de Bach y toda terapia floral, el hiperactivo. ¿Por qué? Porque aunque la medicina no tenga soluciones (perdón, no tiene soluciones sino sólo tiene un diagnóstico: lo que les he comentado antes de los neurotransmisores), yo, como médico naturista siento que a nivel vibracional los neurotransmisores pueden entrar en una pauta correctiva por la misma vibración que ejerce ese ritmo, esa vibración en cadencia dada por las terapias florales, las que sean. Las flores aztecas (que son de acá)… El principio del doctor Bach fue siempre que las esencias, las plantas y las flores (las curativas, las de poder) del lugar de donde uno es y de donde uno vive tienen el remedio (por eso se llaman “remedios florales”) de corregir el exceso o el defecto de la nota vibratoria que nos está perjudicando. Por lo tanto, ¿qué es un mal funcionamiento de los neurotransmisores, o una alteración del sistema nervioso central, cuya incidencia y manifestación en disfunción es un estado alterado, biológicamente hablando, del niño hiperactivo? ¿Qué es? Una disfunción energética. ¿Cómo se puede corregir? Con algo que aporte una vibración correctora, una vibración que corrija el exceso de actividad y la carencia de atención. Aquí hay terapeutas florales que tratan a niños y niñas índigo y que tienen resultados totalmente positivos, de cambiar y de positivizar el estado hiperactivo de un niño, poco a poco y paulatinamente, pero que da resultados, porque tenemos resultados. Ahora bien, a la mayoría de médicos oficiales, incluso de psicólogos, la mayoría de psicólogos y psicólogas que no tiene ni idea de la terapia vibracional, les hablas de las Flores de Bach o de las flores aztecas y te miran raro, porque no les interesa este tema, ni creen en ello… Y a pesar de que el doctor Bach, el padre de la medicina natural de terapia floral era un médico… Y ni aún así… Pero bueno, será poco a poco… Los que van a cambiar los dos pilares obsoletos de la sociedad, que son el pilar docente y el pilar de la medicina son los índigo, cuando sean profesores y cuando sean médicos. De momento nos toca a nosotros, puentes índigo, padres, educadores, terapeutas índigo, somos el puente para que ellos consigan ese cambio de consciencia para relacionarnos con nosotros mismos, con los demás y con la vida de una manera creativa, con nuestro tiempo libre. Si no, como decía al principio: tiempo libre, calidad de vida y tecnología sin creatividad llevan a la destrucción. Y los índigos, recordemos, son totalmente creativos. Sólo se interesan y aprenden si sienten la pasión, la creatividad y esa motivación. Aprender de forma creativa. Cualquier índigo se interesa por las terapias alternativas, y reaccionan muy bien ante ellas, y el hiperactivo no tiene inquietudes espirituales, pero la gran mayoría de hiperactivos tiene la facultad índigo de poder ver seres de otra realidad, ángeles; sentir que su abuelita que murió hace cinco años les cuida, etc. Necesitan tranquilidad, por supuesto, tanto el índigo como el hiperactivo. A nivel psicomotor, la psicomotricidad en el hiperactivo es problemática. No controla bien ni siquiera su propio cuerpo. Como que crece y no se ha enterado. Yo conozco hiperactivos que se tropiezan con sus propios pies. Cuando trabajaba con niños psicóticos y niños con problemas de déficit mental que les había afectado el aparto psicomotor, pues hacen eso: para salir por el quicio de una puerta, sólo que había que seguir en línea recta, y al final pues claro, se daban contra la pared, y había qué guiarles, etc. O sea que experiencia en lo que es un aparato psicomotor alterado, la tengo. Y de ahí el que observando a los niños hiperactivos, saque la conclusión (porque repito que todo esto es subjetivo, basado en mi experiencia) de que el niño hiperactivo no controla que su cuerpo crece, y como va creciendo se tropieza, va a sentarse y se cae al suelo, se da con el pico de la mesa, etc. O sea que a nivel psicomotriz el hiperactivo sí que tiene problemas. En cambio el índigo desde muy pequeñito (sobre todo si mamá y papá le apoyan) controla el espacio fenomenalmente. Le encanta jugar debajo de las sillas, debajo de las mesas y controla muy bien el espacio. Al índigo le encanta crearse espacios. Le encanta hacerse teepees. ¿Recuerdan ustedes que hacían eso de pequeños? ¿O preferían jugar con todo desparramado sin respetar los juguetes y rompiéndolos, o se hacían casitas?.... Los niños índigo hacen estas casas porque les gusta encontrarse en un ambiente como este…Sentir que su aura está protegida. Ese es el motivo por el cual antiguamente en las cunas se nos ponía una tela, como en los cuentos de hadas: que cuando nacen el príncipe o la princesa duermen en una cuna con telas así; pues eso no tiene mayor secreto que el hecho de equilibrar nuestras auras. Porque cuando somos pequeños realizamos tantas actividades, nos manejan, nos jalan (el mundo de los mayores es así); pellizcos cariñosos, apretones, y los niños necesitamos equilibrar nuestros campos energéticos, y de ahí que el niño índigo, el niño que tiene su potencial de la parte derecha del cerebro expandido, o en vías activas de expansión, necesita reestructurarse, sentirse protegido; sentirse que se esconde debajo de una tela, una tienda, un “tipi” indio; debajo de la cama: lo necesita. En cambio, el hiperactivo es todo lo contrario: si lo metes en un lugar no le ve la gracia a estar ahí debajo jugando, a menos que se quiera esconder momentáneamente, pero necesita agilidad. El hiperactivo necesita actividad; el índigo también, pero de otro tipo, y puede estar debajo de su casita de tela durante mucho tiempo. Ante las situaciones nuevas, el hiperactivo se descontrola más todavía, se desborda, se sobreexcita; el índigo observa, disfruta, hace preguntas, aprende, se la pasa bien. El índigo por muy pequeño que sea, no está extraño en el mundo de los adultos, no extraña. Los adultos son seres a veces más inmaduros que él, y a veces le inspiran compasión. Hace las preguntas directas, y sabe cuando tu falta de brillo en los ojos es por el corazón, por una necesidad o por una tortura que llevas aquí, Lo sabe; no es un traductor ni un oráculo, pero es un ser sabio, y lo sabe. Y te hace las preguntas y te da las sugerencias desde su corazoncito infantil para hacer de catalizador. Es una maravilla, el índigo, en ese sentido. En otro, pues es un niño, al que de vez en cuando lo meterías en la nevera un ratito… para ver si se congela un rato, porque también tienen mucha actividad, como hemos dicho antes. ( Risas) Socialmente el índigo es respetuoso y amable, y el hiperactivo es un torbellino. Súper torbellino siempre. Le cuesta mirar a los ojos de quien le habla, y hay que estar dándole frases cortas. Yo a veces veo papás de hiperactivos que les dan grandes sermones, mítines, frases larguísimas interminables, y el niño ya iba tres galaxias diferentes de viaje y ha vuelto. No se está enterando de nada de lo que papá o mamá estaban hablando. El niño hiperactivo necesita frases cortas, repetitivas y premios y autoridad amorosa. Algo concreto y nunca ceder, porque el hiperactivo es muy dado a tirarse al suelo, a dar pataletas, a golpear y golpearse. Repito: algún profesional podría diagnosticárnoslo como psicótico o autista, pero no lo es en absoluto. Está bastante desconectado de esta realidad (y con la terapia floral se puede corregir esto), pero no es autista ni psicótico: Es hiperactivo, y algunos de nosotros también lo fuimos, pero como no existían los psicólogos, repito, “si no hay psicólogos no hay traumas”; por lo tanto, cuando éramos pequeños como no había psicólogos, pues no nos traumábamos. Crecimos arrastrando maletas energéticas que unos las hemos debido transmutar, liberar, perdonar unos de una manera y otros de otras, y que en definitiva nos han servido para sí que estemos preparados, sí que sintamos que podemos ser padres tanto de un hiperactivo como de un índigo o de un índigo hiperactivo o de un hiperactivo que será índigo. Ante una pérdida, el hiperactivo como que no se da mucha cuenta, como siempre está en la acción, a la mejor algún día pregunta: “¿Y el abuelito dónde se ha ido?”. “El abuelito ha muerto”. “¿Y cuando va a llegar?”. Y a los tres o cuatro meses: “¿Cuándo me dijiste que va a volver el abuelito?”. “El abuelito ha muerto”. “¡Ah!”… Hasta que va creciendo ya va entendiendo. Como que el tema de la muerte, la vida, como que su mente está bastante atemporal. El índigo también tiene una mente bastante atemporal, pero sabe que nacer es morir a otra realidad, y que morir aquí es nacer a otra realidad allí de alguna manera lo sabe. Y es más, te dice: “El abuelito se ha ido su cuerpo, pero al abuelito yo lo siento, yo lo veo, viene a mi habitación”… Te las puede decir cualquier cosa de éstas. Eso ante una pérdida. Necesidad de amor y de cuidados. El hiperactivo constantemente, siempre porque es su base, el amor es la base para que se desarrolle y madure. ¿Qué hacían con nosotros cuando éramos pequeños, con los hiperactivos? Nos apartaban porque éramos un estorbo: no se nos podía llevar a las fiestas, tocábamos y rompíamos las cosas, y el hiperactivo es igual. Entonces necesitamos atención y cuidados siempre. El índigo por supuesto que también, pero lo hace cada tanto. El índigo sabe cuando estás haciendo un teatro, o cuando estás haciendo un cumplido. Si tienes un índigo en clase o sobretodo en casa, sabrás muy bien de lo que hablo cuando viene una visita o un amigo o una amiga, y el índigo le hace el escáner y ni siquiera se molesta en ser cariñoso ni amable. Y efectivamente esa persona, pues como que tiene una vibra rara, muy rara, y puede que tu no te hayas dado cuenta pero el niño si, y si no al tiempo. El índigo no suele equivocarse casi nunca, casi… Tampoco lo vayamos a tomar como un oráculo de amistades: “al nene no le cayó bien, no lo invites más”… Pues no… Les cuento algo anecdótico: los índigo tienen memoria atávica, tienen memoria de otras vidas. Y esto no es razonable, no está en la razón. Sólo sabe que “viene una amiga de mama”, y se pone en guardia, y le dice por ejemplo: “¿Y tú qué haces aquí?, ¿Por qué has venido a mi casa? ¿Tú no tienes casa? ¿Tú no te vas a ir a dormir a tu casa?” Y tú dices: “Dios mío, pero si mi niño es índigo, y es muy amable y muy amoroso, ¿cómo le habla así a mi mejor amiga?”. A lo mejor tu mejor amiga en otra vida fue la mujer de tu esposo, y el niño lo ha escaneado, y eso es: “peligro, peligro, papá y mamá pueden tener problemas, peligro, peligro”… ¿Cómo reacciona? Rechazando a tu mejor amiga, y la echa de casa. Pues no vayamos a tomar ahora a nuestro índigo como un oráculo y luego… ( Risas) . Es que el índigo escanea, y como no sabe, porque es pequeño, saca conclusiones y lo único que hace es no comportarse de una manera tan amable con esta persona o con la otra. Temeridad. El índigo es prudente y sensato, lo cual no quiere decir que no esté una mañana jugando a la pelota y salga volando la pelota y tenga un percance. En cambio el hiperactivo no tiene ningún sentido de la temeridad. Hay que estar vigilándole constantemente. Es más: en algunos hiperactivos he observado que les importa muy poco su vida, pero realmente muy poco. Y los índigos en ocasiones hablan de “querer volver”: “me quiero volver a mi país”, “me quiero volver a mi planeta”, “me quiero volver con mi otra mamá”, o “con mis otros papás”; “no quiero estar aquí”, “no quiero ir al colegio”… Y no lo dicen como una queja, sino que lo dicen desde el nivel del alma: Están hartos, tanto el hiperactivo como el índigo. Tienen no sé, como si se tratara de otra escala de valores en cuanto a su integridad física, tanto el hiperactivo como el índigo. Hay que ir con mucho cuidado con ellos, porque podrían perfectamente tirarse por una ventana convencidos de que no les va a pasar nada, y si les pasa ¿qué?... No tienen sentido de la temeridad. En cuanto a los juegos, como les explicaba antes, los juegos de los índigos suelen ser participativos; no competitivos, no agresivos, aunque cuando van creciendo pueden aficionarse a las maquinitas de matar marcianos porque tiene una capacidad que también tienen los delfines, que son nuestros índigos del mar: Tiene la capacidad de saber distinguir la realidad virtual, e incluso la realidad en tiempo real y la realidad real. Es decir que un niño índigo sabe perfectamente que si su mamá sale por la televisión, o sale en una pantalla de circuito cerrado porque trabaja en una tienda y sale ahí por el aparato de seguridad, sabe que esa es su mamá pero que no está ahí en esos momentos. Los delfines también, qué curioso. Si ponemos un monitor en una balsa donde estén entrenando los adultos, las hembras adultos, y en otra balsa están los bebés delfines viendo por un monitor, saben que su mamá está ahí en tiempo real pero no en tiempo espacial: no comparte el mismo espacio pero sí el mismo tiempo. El niño índigo sabe que esta que sale por la televisión es su mamá, pero en la planta de arriba donde trabaja como personal de seguridad. Y si su mamá o su papá son actores, saben que el de la película es su papá, que está ahí, pero que no está en tiempo real, porque el tiempo real lo vive con él. Curioso esto. Esto es una facultad de la mente atemporal psicomágica del hemisferio derecho. Por lo tanto en el índigo está muy desarrollada. El hiperactivo no lo distingue: si ve a su mamá en un monitor entra en caos: “¡mamá, mamá!”, y le grita para que le oiga mejor; “¡mamá, ven, mamá, mamá!”, incluso en una foto… Y los hiperactivos es muy curioso, porque cuando les hablan el papá, la mamá, los abuelitos por teléfono, miran el teléfono, porque están esperando que salgan por ahí… Sí, es algo que para ellos es como magia, y piensan: “si te oigo te tengo qué ver”. Es razonable. ¿Miedo a la oscuridad? Sí y sí, con una variedad: lo expresan un 25% de índigos, y el otro 75% no lo expresa pero lo sufre igual. Tienen miedo a la noche, a la oscuridad, y a un punto o dos rojos, que se manifiestan cuando están solos y a oscuras. Esto hasta que no son adolescentes no lo suelen comentar ni decir, y este es un dato del que tengo más de 200 casos. Es más: todavía no me he encontrado a un índigo adolescente por supuesto (a un niño no se lo pregunto para no causarle temor… Si me lo cuenta ya lo se, porque yo le pregunto: “¿Y qué te da miedo cuando estás a solas en tu habitación?” . “Que esté oscuro”. “¿Por qué te da miedo que esté oscuro?”. Y en ocasiones algunos lo dicen: “por los ojos”. “¿Qué ojos?”. “Los ojos rojos”). En cambio el adolescente, que se supone ya ha superado ese miedo, cuando se lo pregunto siempre reaccionan igual, porque dan un paso así (hacia atrás) y me dicen: “¿Y tú cómo puedes saberlo?”. “Pues lo se”. Es uno o dos puntos rojos que acechan, acechan siempre. Es un reto de poder, y se los digo por si son terapeutas o tiene relación con adolescentes índigo que les pueden hablar de esto. Es un reto de poder. Es su propia energía. Esto un niño no lo puede entender, pero un adolescente ya casi sí: es su propia energía de reto, es la tentación. Todo ser iluminado, todo ser que tiene luz en los dos hemisferios (no que sea un elegido y que levite, sino que tiene luz, que se maneja con las dos formas mentales: la intelectual y razonable y la intuitiva y curativa). Es un reto para superar cualquier temor o cualquier miedo que le pueda dar la oscuridad, la noche. Es un reto para iluminar, para llenar de luz esos dos puntos rojos y que se desvanezcan. Es como un auto acechador y hay que superarlo, hay qué vencerlo; no le puede dar miedo, nada de miedo a un índigo, porque es un ser de muchísimo poder. Evidentemente, esto de los puntos rojos y del miedo a la oscuridad en un índigo, tampoco lo va a entender un medico o un psicólogo que no tenga idea de las energías. En el hiperactivo el miedo a la oscuridad es debido a una exacerbada necesidad de compañía, de sentirse acompañado y de querer dormir en la cama de los papas. La obediencia. Para que un índigo te obedezca necesita que le des explicaciones. Para que un hiperactivo te obedezca sólo necesita paciencia y órdenes cortas y concretas y repetitivas… Y ahora hemos terminado, y ahora pasemos a las preguntas. Es su tiempo para preguntar o para compartir algo brevemente, diciendo aquello que nos puede enriquecer a todos. Les doy las gracias a todos los asistentes y ya saben que estoy encantada de estar aquí un año mas en México y si ustedes siguen siendo así conmigo…al final tendré que venirme a vivir aquí definitivamente porque año tras año, los meses que aquí paso se me hacen mas cortos…GRACIAS. Fuente: Nina Linares. Autora del texto.

¡Tienes que ser miembro de E.A.C. para agregar comentarios!

Join E.A.C.

Enviarme un correo electrónico cuando me contesten –

contador visitas gratis